Destello

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(Presente)

La oscuridad lo envolvía por completo, no era capaz de siquiera poder verse la mano aunque la pusiera justo frente a sus ojos. Las sombras se sentían espesas y frías contra su piel; sin embargo, no tenía miedo, quien estaba junto a él podría protegerlo de cualquier cosa.

De igual manera, ¿cómo iba a temer si el terror mismo era quien estaba a su lado?

Akutagawa llevó al albino hacia un pueblo que se ubicaba lejos del orfanato, era ya entrada la noche, pero en ese sitio parecían nunca dormir. Las bulliciosas calles estaban tapizadas de diversas ventas iluminadas con velas de aceite.

—¡Adelante, adelante! —gritaban los vendedores con una gran sonrisa en el rostro, aunque con amargura en el corazón.

—Puede comprar sin compromiso —decían, incitando a los posibles compradores a acercarse a ellos.

Una vez al año, el circo llegaba a este pequeño pueblo, volviéndolo mucho más activo y entretenido, haciendo que las personas se pasearan de arriba a abajo con curiosidad.

Esta ya era la segunda ocasión en que Atsushi venía junto con Akutagawa a este evento; la primera vez se emocionó tanto que comió sin parar y terminó vomitando, luego de eso no pudieron quedarse por demasiado tiempo. El albino se prometió a sí mismo que esta vez no iba a arruinarlo.

Las calles estaban adornadas con listones rojos que simbolizaban la alegría y prosperidad. En el aire se saboreaba el olor de comida recién hecha, haciendo que el estómago del albino gruñera con fuerza.

Había tanto adultos como niños que se esforzaban por mantener los ojos abiertos con la esperanza de alcanzar a ver la última función de la noche, la cual debería de empezar dentro de una hora como mínimo.

El monstruo estaba observando una máscara pintada de rojo con puntos blancos y plumas de diversos colores que decoraban la parte superior, sus largos dedos recorrieron la superficie del objeto con cierto detenimiento. Parecía sin duda una máscara tradicional para la honra de los muertos.

Extraño. Creí que hace unos siglos dejaron de usarse por esta parte del mundo. Pensó para sus adentros.

—Akutagawa —llamó la cría humana. El monstruo lo miró por el rabillo del ojo, esperando a que terminara de hablar—, no sé si soy solo yo —dijo mirando alrededor—, ¿por qué pareciera que las personas nos evitan?

El demonio observó las inmediaciones, cuando el humano era más pequeño casi nunca se alejaban demasiado del orfanato, y no fue sino hasta hace poco que se animaron a ir más lejos, por lo que no se había percatado del pequeño fenómeno del que hablaba el humano.

No importaba que estuvieran en medio de un tumulto de personas, estas siempre intentaban mantener un considerable espacio alrededor de ellos, a menos que fuera estrictamente necesario acercarse. Akutagawa sonrió con ligereza cuando un niño no mayor a cinco años cruzó miradas con él e inmediatamente soltó a llorar con desesperación.

—Nakajima Atsushi, a veces creo que olvidas mi verdadera identidad —contestó—, toda esa gente tiene miedo de acercarse demasiado a mí —Agarró la barbilla del albino y giró su rostro en dirección a una familia con varios niños, todos los infantes los veían con los ojos bien abiertos, en shock, solo eran capaces de sostener fuertemente la ropa de sus padres buscando refugio.

—¿Te das cuenta? —La cabeza de Akutagawa se posaba por encima del hombro del albino, susurrando en su oído, pero sin apartar la vista de los niños—, yo despierto la naturaleza más primitiva de los humanos, incluso sin desearlo.

El monstruo que se esconde bajo la cama -Shin SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora