Capitulo 1:

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NOTA: No tuve corazón para matar a Fred en esta historia, y en su lugar, maté a Molly y Arthur. Pero es beneficioso para el desarrollo de la trama.

Sintió como su garganta se cerraba gracias a un nudo que incitaba sus lágrimas. Se removió incómoda en el suave colchón, cambiando de posición a cada momento sin ser consciente de que lo hacía. De hecho, no era consciente de nada más allá de la pesadilla que estaba teniendo. Mientras lágrimas gruesas cruzaban sus mejillas, se despertó sobresaltada, inhalando aire profundamente por la boca, como si hubiera estado a punto de ahogarse.

El nudo en su garganta se trasladó a su pecho y por unos instantes imaginó que se estaba muriendo. La imagen de sus padres frente a ella siendo asesinados se repitió una y otra vez, como si aun estuviera dentro de la pesadilla, pero cuando sus ojos fueron adaptándose a la oscuridad de la habitación, se dio cuenta de que había regresado a la realidad.

Completamente sudada, se tocó el pecho y trató de calmarse. Todo había sido tan real, que aun su cuerpo se estremecía. Ella no había estado ahí, pero tenía pesadillas recurrentes con la guerra, incluyendo a sus familiares y amigos, sin importar que algunos estuvieran vivos y otros... no. Llegado un punto en el que fantasmas de su pasado, como el diario de Tom Riddle, se mezclaban en aquellas noches de tortura. Y el hecho de que en los últimos meses sus hermanos no le contestaran con mucha regularidad las cartas la tenía más inquieta.

Cuando pudo calmarse un poco, se quedó mirando el techo en penumbras para después ver el reloj de su mesita de luz. Las cuatro de la mañana. ¿Por que no le sorprendía? Siempre a esa hora solía levantarse y eso no variaba a comparación de las pesadillas, que siempre se alternaban entre la muerte de sus padres y los múltiples escenarios en donde sus seres queridos pudieron haber muerto.

Sintió un poco de movimiento del otro lado de la cama y su cuerpo volvió a sufrir de un sobresalto.

—¿Otra pesadilla? —preguntó su novio Leo, con la voz ronca por su estado adormilado. Apenas abría sus azules ojos para observarla y la mitad de su mejilla estaba pegada a la almohada.

—Sí, lamento haberte despertado —respondió Ginny, bajando un poco la cabeza.

—En algún momento tienes que dejar ir esas pesadillas, Ginny. No puedes tenerlas por siempre. Debes superarlas.

«Es difícil» pensó ella, con intensiones de decírselo, pero las palabras se atascaron en su garganta. Todo aquello desembocaría en una discusión, como siempre ocurría cuando hablaban de sus pesadillas y ella ya no quería seguir discutiendo con él, lo habían hecho la noche anterior cuando Ginny tuvo un altercado con su tía Muriel.

—Ya lo superaré —intentó sonreír Ginny, sabiendo que era una gran mentira.

—Tienes mucho tiempo así... —Leo se interrumpió a si mismo, restregándose la cara con las manos—. ¿Por qué no vuelves a dormir? Los sueños no suelen repetirse cuando uno se despierta. Aun quedan unas cuantas horas para despertarnos e ir a la MACUSA.

—Sí, claro.

Ginny se acomodó de nuevo en la cama y fingió dormir. Sin embargo, ella sabía que no podría volver a hacerlo. Siempre que atacaba una pesadilla —que eran muy recurrentes— ya no podía conciliar el sueño por el resto de la noche. Ella aun no sabía como es que se mantenía despierta durante el día, si dormía muy poco. Pero suponía que el café ayudaba.

¡El café! A Ginny le vendría bien una taza en ese momento.

Esperó unos minutos, confirmando que Leo estuviera completamente dormido, para ella levantarse con lentitud y cuidado de la cama. Casi se llevó otro susto cuando él se movió, pero solo fue para dormir en mejor posición y no se despertó. Una vez levantada, salió de la habitación caminando descalza. Nunca usaba zapatos en la casa porque así se sentía cómoda. Leo solía siempre enojarse por ello, aunque Ginny sospechaba que era porque no le gustaba ver el pequeño tatuaje que ella se había hecho más arriba del tobillo, y que se le notaba gracias a que usaba pijamas cortos.

Su Debilidad [Harry y Ginny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora