Capitulo 22:

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 —Llegaron justo como pensé —agregó Harry, reclinándose cómodamente su asiento mientras entrelazaba sus dedos sobre el pecho. Esa sonrisa un poco egocéntrica seguía adornando su rostro.

—¿Qué? —Por fin se expresó Joseph, pues él y los demás habían guardado silencio por bastantes minutos.

—¿Qué carajos está pasando? —preguntó Eric.

Efraim permaneció con la boca abierta mientras Ginny tenía la mirada fija en Harry, con un rostro extrañamente inexpresivo. No se le notaba enojada, confundida o si quiera sorprendida. Solo estaba ahí, de pie. Y la verdad es que ella tampoco sabía cómo sentirse al respecto.

—Tenemos tiempo para explicarles —respondió Harry con calma—. Por favor, tomen unas sillas de allá y siéntense. Será una historia algo larga y más si quieren que conteste sus preguntas.

Los chicos se quedaron confundidos y no fue hasta que Ginny se adelantó y tomó una silla, que ellos también hicieron lo mismo. Se sentaron justo frente al escritorio, dejando que solo eso los separe de Harry, quien no se perdía ningún movimiento de Ginny. Parecía haber previsto desde antes que se iba a mostrar así de inexpresiva y ella por fin cayó en cuenta de lo mucho que la conocía.

—¿Por dónde quieren que empiece? —dijo Harry—. ¿Quieren algo de tomar?

—Estamos bien —respondió Efraim, bajando la mano de Eric que quería aceptar la propuesta—. Lo siento, señor Potter, pero nos encontramos demasiado confundidos. Ginny no nos explicó más que lo básico y verlo aquí...

—¿En Nurmengard? Si, bueno, fue una adquisición que me gustó bastante. Después de la muerte de Grindelwald estuvo abandonada y yo pensaba darle un buen uso, incluso les hice algunas reformas y es tres veces más grande que en la época de su creador. Pero sé perfectamente que no quieren hablar sobre arquitectura. Quieren saber si yo soy el líder de los mortífagos, ¿no?

—¿Lo es? —preguntó Eric.

—Lo es —asintió Ginny, por fin hablando.

Harry sonrió mucho y sus ojos brillaron tras lo lentes.

—Si, lo soy.

—¡Pero es el jefe del departamento de Aurores! —exclamó Joseph.

—También lo soy.

Efraim, Joseph y Eric estuvieron a punto de caerse de sus sillas. Ginny, por su parte, se sorprendió cuando su cuerpo no reaccionó después de confirmar la noticia. Ya lo sabía, solo estaba confundida, pero aun así esperaba sentir decepción, ira, rencor o algo por el estilo. No sintió nada. Tal vez ya se lo esperaba desde un principio. Una parte de su mente a la que había ignorado lo sabía.

—¿Ahora si puede darnos algo de tomar? —preguntó Joseph.

Harry soltó una carcajada que estremeció un poco a los chicos, a excepción de Ginny, que estaba acostumbrada y se mostró de igual forma inexpresiva.

—Por supuesto.

El azabache se levantó y fue hacia una mesita junto a la crepitante chimenea. La luz de las llamas remarcó su postura firme, digna de un jefe de aurores, su rostro calmado y además la capa escarlata de los aurores, que resultaba bastante irónica después de haber escuchado su confesión.

Cuando regresó a su asiento, le entregó a cada uno vasos con poco Whisky. Joseph fue el primero en darle un fuerte trago y es que hasta se notaba pálido. Eric también bebió un poco y se notaba que Efraim no quería hacerlo, pero pareció darse cuenta de que en aquella situación lo necesitaba. Ginny también tomó, pero solo un poco, para despertar sus sentidos. No sabía porqué no podía cortar el contacto visual con Harry.

Su Debilidad [Harry y Ginny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora