Ya estaba hecho. No había vuelta atrás. Ginny había asistido al ministerio y se inscribió en los entrenamientos de capacitación para ser auror. Muy a pesar de la charla que tuvo con Luna en la que la motivó a hacerlo, ella estuvo más de un par de veces a punto de retroceder. Las personas que pasaban por el atrio la miraban extrañados, porque se devolvía en sus pasos y después avanzaba, antes de repetir el proceso, hasta que fue capaz de subirse al ascensor.
El departamento de seguridad mágica, tuvo la suerte —o tal vez desdicha— de encontrarse con Mary Gross, la secretaria de Harry, una muchacha simpática, de cabello rubio y ojos envidiables, que fue bastante amable. Al verla tan preocupada, le preguntó si se encontraba bien y Ginny tuvo que decir que estaba por inscribirse para el entrenamiento de auror. Mary se presentó y la ayudó con todo lo necesario, animándola a que no se arrepintiera de su decisión.
—No muchas mujeres se inscriben últimamente para ser aurores —le comentó, con una mueca.
Eso puede que fuera suficiente motivación para Ginny, porque acabó inscribiéndose. Y esperaba no arrepentirse de su decisión más adelante.
El punto es que, una vez que estuvo inscrita y regresó a la madriguera, se quedó acostada en el sofá de la sala mirando el techo, hundida en sus pensamientos, antes de entender lo que había hecho. Dentro de unas semanas iba a empezar su entrenamiento y por lo que había oído era bastante fuerte. Ella no estaba preparada.
Durante las siguiente semanas y mientras esperaba a que fuera el primer día del entrenamiento, Ginny estuvo saliendo temprano en la mañana a correr por el bosque, hacía algunas rutinas de ejercicio y en la tarde se la pasaba leyendo y releyendo libros de magia que tomaba del baúl de Leo, para estar preparada, tanto física como mentalmente para lo que fuera que viniera. Todo esto, por supuesto, sin que su familia se enterara.
Aun no pensaba decirles que se inscribió para ser auror, porque después de la charla que tuvo con Hermione, se dio cuenta de que solo traería mas problemas. Además, por alguna razón no podía confiar demasiado en las personas que la rodeaban. Sentía que sus hermanos guardaban secretos, y más cuando seguían poniendo excusas para que no saliera sola de casa —no la dejaron ir a la tumba de sus padre—, se iban durante todo el día de la madriguera —por eso no notaban sus rutinas de ejercicio y horas de estudio— y tampoco respondían ninguna de las preguntas que Ginny les hacía sobre la guerra, la situación del mundo mágico con el muggle y demás cosas.
En esos días tuvo bastantes discusiones con Bill y Percy sobre su extraña actitud, pero ellos siempre decían que no habían cambiado, que todo estaba igual y que ella era la extraña porque se había ido durante años. Claro que dolió para Ginny esos comentarios. No se fue del país por gusto. Si hubiera sido por ella, se habría quedado a apoyarlos en la guerra, pero en ese entonces seguía siendo menor de edad y sus padres decidían por ella. No pudo negarse.
Sin embargo, Ginny no paraba de pensar que tal vez sus hermanos la culpaban por esa lejanía. Sin mencionar que ellos también se estaban alejando de ella. Durante las cenas o los pocos minutos que compartían juntos, incluso los fines de semana, les pedía jugar Quidditch como en los viejos tiempos, al menos una partida de naipes explosivos o ajedrez mágico, pero ellos decían que tenían otras cosas que hacer y se iban, dejándola sola. Con el tiempo, se fue acostumbrando a esa rutina.
Fleur era una de las pocas personas que se preocupaban por Ginny, como si quisiera llenar el vacío que dejó Molly Weasley en ella, preparándole el desayuno antes de irse y como estaba fuera casi todo el día le preparaba algunos otros bocadillos. Ginny le agradecía el gesto.
Fred, George, Luna, Neville y Leo eran otros que permanecían junto a ella cuando los necesitaba —mas o menos—. Siendo los cuatro primeros los únicos que sabían que se inscribió para ser auror, la ayudaban en sus entrenamientos, ya sea dándole libros o algunos consejos para realizar hechizos complicados que había olvidado cómo hacer. Ginny quería que con Leo la situación fuera igual, pero no había podido ser sincera con él. Tenía la ligera sospecha de que estaba conspirando con Hermione y Ron para que no se enterara de nada de lo que sucedía, pues se hizo bastante cercano a ellos y hablaban más de lo usual durante las cenas, aunque nunca hubiera escuchado qué se decían. Si bien Ron aun no lo aceptaba como novio de Ginny, estaba empezando a darle más confianza y a «incluirlo».
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Su Debilidad [Harry y Ginny]
FanfictionGinevra Weasley, fue enviada por sus padres a Estados Unidos cuando tenía 14 años, muy a pesar de que por fin pudo entablar una amistad con Harry Potter, el chico del que siempre estuvo enamorada. Una año y medio después de la desastrosa batalla de...