Capitulo 7:

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 —¡Sin mi no hubieras tenido vida en Ilvermorny! ¡Yo te di un lugar cuando estabas sola en el mundo! —exclamaba Leo, con sus ojos azules tan claros y penetrantes como el hielo—. ¡¿Por qué quieres terminar lo nuestro?! ¡Somos la pareja perfecta! ¡Yo dentro de poco conseguiré un buen empleo en el Ministerio y tú serás una excelente jugadora de Quidditch, dedicándote a eso hasta que seamos mayores, tengamos muchos hijos y...!

Ginny salió nerviosa de su habitación, sin querer dando un portazo. Se asustaría más si Leo se enojaba con ella por eso. Ya habían tenido una fuerte discusión —diferente a las que tenían en su relación— y él ya había insistido bastante en que regresaran, al punto en el que le regaló un ramo de rosas, muy hermoso cabe señalar. Pero el problema radicaba en que a Ginny nunca le gustaron las rosas.

Desde que inició su relación con Leo, él le regalaba rosas en los días especiales, pese a que le había mencionado, queriendo que sonara casual, que a ella le gustaban los lirios. Él debió haberla escuchado, pero siguió regalándole rosas porque decía que era un gesto romántico. En otro momento le habría resultado igual de romántico, pero ahora solo sentía obstinación y la breve sensación de que nadie la escuchaba, o al menos no tomaban en cuenta sus opiniones.

La cúspide del problema sería que, en esa última discusión que tuvieron, Ginny se negó a regresar con él y le asustó la forma en la que Leo respondió: bastante agresivo, a la defensiva y muy insistente. Parecía desesperado, además de frustrado, y por la forma en la que sus puños se cerraban y su mirada se afilaba, se percibió en peligro, de modo que decidió abandonar la habitación y bajar las escaleras.

Justo debía ocurrir todo aquello ese domingo, que la había pasado tan bien. Tuvo un despertar excelente en la casa de Harry —durmió bien el resto de la noche después de la pesadilla—, con él llevándole el desayuno a la cama, y también jugó mucho más con Teddy, que se ganó por completo su cariño cuando logró que dijera bien su nombre, pronunciando con éxito la G. No pudo quedarse mucho tiempo con ellos, pues Luna solo la cubrió en la noche y en la mañana. Antes del almuerzo estuvo de regreso a la madriguera, para guardar las apariencias.

Aun así, sus hermanos, Hermione, Luna, Neville y Fleur, pasearon con ella por el Callejón Diagon, se divirtieron en la tienda de los gemelos con los productos que crearon, comieron unos cuantos helados y al regresar a la madriguera, Ginny ayudó a Fleur con la cena. Parecía ser un perfecto día familiar, en donde no hubo mayor incidente ni discusiones entre ellos. O al menos hasta que Leo apareció en la madriguera después de la cena, viniendo de Merlín sabe donde, con las intensiones renovadas para regresar con Ginny.

No le resultó, por supuesto..

Ginny se sentía avergonzada con su familia por todas las discusiones y el drama que tenían que presenciar, tanto que no pudo mirar a ninguno a los ojos cuando bajó las escaleras y los vio conviviendo en la sala, aprovechando que los gemelos aun no se iban a su departamento. Prefirió tensar los labios en lo que parecía ser una sonrisa y salir al patio, para tomar un poco de aire y relajarse. Cómo deseaba que Harry estuviera con ella en ese momento, pero no lo vería hasta el día siguiente —lunes— durante los entrenamientos de auror.

Mientras miraba el cielo estrellado y reflexionaba, con el aire frio congelando hasta sus entrañas, escuchó el crujido de la puerta trasera abriéndose y se volvió en su puesto. Hermione y Ron le sonrieron con tristeza y la castaña avanzó para abrazarla por los hombros, en un gesto que Ginny interpretó como el de una hermana mayor. Ron, por su parte, se colocó a su otro lado, tomando su mano y queriendo darle también apoyo a su manera.

—Todo va a cambiar, Ginny —le aseguró Hermione.

—Solo espero que pronto Leo consiga un lugar donde vivir y podamos hacer las pases.

Su Debilidad [Harry y Ginny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora