Capitulo 11:

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A la hora del almuerzo Harry le entregó su acostumbrada bandeja con comida casera a Ginny mientras estaba sentada con sus amigos en el comedor. Todas las miradas estaban puestas en ellos, aunque ahora más curiosas que otra cosa. Claro que la pelirroja tampoco podía pasar desapercibida las malas miradas que le lanzaba Leo, casi en forma de dagas.

Ella hubiera querido que Harry se quedara y la hiciera sentir segura como siempre, pero Ernie lo llamaba para hablar de algo importante y no quería intervenir en su trabajo, así que no se lo pidió. En cambio, prefirió distraerse probando su delicioso almuerzo preparado especialmente por su novio, para ella. Sin mencionar, las conversaciones pendientes que tenía con sus amigos.

Después de terminada la simulación quisieron conversar en privado pero sus mentoras decidieron enseñarle más hechizos y reforzar sus movimientos en combate muggle —A Ginny apenas le dieron tiempo de colocar algo frio en la herida del pómulo—. Al menos ahora, en el almuerzo tenían la privacidad y la comida para pasar mejor el rato.

—¿Qué querían decirme? —empezó Ginny, tomando un poco de su jugo.

—Creamos un verdadero revuelo el sábado —dijo Eric—. Y no precisamente por la fiesta en el Caldero Chorreante.

Se inclinó hacia el bolso de Efraim y sacó un recorte del periódico El Profeta. Ginny observó con asombro una columna entera dedicada a un misterioso incendio en la Mansión Malfoy. No hubieron heridos y tampoco la casa entera se quemó, solo el estudio de la casa y un poco del pasillo. La única que estaba en casa era la elfina, y la familia de la casa afirmó que había sido un incidente. En ningún momento mencionaban unos intrusos, ladrones o algo parecido.

—¿La elfina no dijo que nos vio? —preguntó en voz baja, aprovechando que en el comedor las voces de las demás conversaciones se entremezclaban.

—Es muy claro que saben que estuvimos ahí —dijo Eric—. Tienen que saberlo.

—¿No dejamos la puerta exterior del sótano destrozada? —dijo Joseph con sarcasmo.

—Yo estuve pensando en algunas soluciones —contestó Efraim y Ginny se preparó, como si estuviera de nuevo en alguna clase de Ilvermorny—. O los Malfoy están encubriendo todo, porque no quieren decir que unos extraños se adentraron en su casa porque entonces se iniciarían investigaciones y descubrirían los objetos de artes oscuras en su sótano. También podría ser una posibilidad que no le creyeron a la elfina sobre los intrusos y la culparon de todo, porque nosotros no nos llevamos tampoco nada de valor, que sería lo normal entre los ladrones y ellos piensan que se metieron unos a su casa. Bueno... temo decirte que eso es lo que tengo. No se me ocurre nada más.

—¿Y si tomas un baño liberal? —dijo su hermano menor—. Siempre dices que las ideas te llegan mejor cuando estás en el baño.

Efraim lo miró mal.

—No soy el único que debe pensar.

—Tus suposiciones son buenas —interviene Eric, previniendo una pelea—. Pero aun así no podemos llegar a una conclusión, a menos que nos acerquemos a Malfoy y le digamos: ¡Hola, rubio oxigenado! ¡Nosotros nos metimos en tu casa e incendiamos tu oficina! ¿Por qué no dijiste la verdad para El Profeta? Por cierto, ¿qué tinte utilizas para que se te vea natural?

—Lo que haga y deje de hacer Malfoy, lo podemos resolver después —dijo Ginny con calma—. ¿Aun tienes las ubicaciones, Efraim?

—Por supuesto. ¿Quieres empezar con eso el fin de semana?

—Es la fecha más inmediata que tenemos. Ya veré yo cómo le miento a Harry.

—Deberías agradecerle por nosotros que nos llevara a nuestra casa el sábado.

Su Debilidad [Harry y Ginny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora