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Jodie:

—¿Ya arreglaron el teléfono? —Pregunto tras volver a la taberna.

Otra de las trabajadoras me señala el teléfono y me vuelvo hacia el lugar, hay dos hombres trabajando en ello.

—Están en eso. —Me responde.

Suspiro y me vuelvo a encontrar a la mujer de la otra noche, quien me observa confundida.

—¿No estarás escapando, niña? O por qué ese apuro en conseguir un teléfono.

Que le importa.

Saco un billete de los de Edward y lo pongo en el mostrador, enseguida se lo paso.—Solo avíseme cuando ya este, por favor.

Sonríe olvidando el asunto y se adueña del billete guardando entre sus senos. —Claro.



(***)



Aprovecho el tiempo y me aseo, el baño es horroroso y no puedo creer que prefiera estar en la cabaña.

Con Edward.

No puedo volver... y no lo hare, por más que las dudas llenen mi cabeza, mi prioridad ahora es que alguien me venga a buscar.

Abro el grifo y el agua helada me cae sobre el cuerpo, suelto un grito corto.

Agua helada.

Suspiro y con duda me meto debajo de la regadera, tardo algo de veinte minutos antes de regresar a la habitación, Pretzel se me acerca al entrar y pasa la lengua por mi tobillo probando las gotas.

—¡Hey! No hagas eso.

Lo retiro y me acuesto sobre la cama, mi mano va hacia mi pecho y siento un dolor atorado ahí.

—¿Sera decepción, tu que dices, Pretzel?

Miro al perro como si esperara que me conteste, respiro profundo y llevo mi mano hacia el colgante que me entrego Margot.

Acaricio el relicario y miro las incrustaciones a los lados.


"—Quiero que lo tengas.


Margot...

Desprendo el broche y con los dedos intento abrir lo que hay dentro.

Sera una foto nuestra como la que yo tengo o....

Se abre y no, no es una foto.

Esta lejos de ser una.

Sujeto el objeto entre mis dedos.

¿Un chip de memoria?

Lo observo a detalle, es pequeño, del tamaño de la memoria de mi teléfono.

Golpean la puerta sobresaltándome y pierdo el chip en el suelo por el susto.

—Mierda.

Me agacho apoyándome en mis rodillas para buscarla y estiro el brazo debajo de la cama, lo alcanzo y lo vuelvo a guardar dentro.

Vuelven a tocar.

—¡Ya voy!

Me visto rápido y abro la puerta sin peinarme, es la mujer.

—El teléfono ya esta listo.



(***)



No contesta...

—Papá...por favor. —Insisto y al no obtener respuesta cuelgo.

Intento llamar cuatro veces más y me voy por el móvil de mamá, me manda a buzón.

¿Qué está pasando?

Mis amigas ni que se diga y no recuerdo sus números de todas maneras.

Llevo la mano a mi cuello donde cuelga el colgante y deslizo los dedos al relicario.

Si Margot me entrego esto esa noche...

No importa cómo, debo llegar con mi padre.

Trago saliva y suelto el relicario.

Está bien, Margot. Está bien.

Vuelvo a tomar el teléfono y marco los dígitos.

Suena y cierro los ojos rezando porque alguien conteste.

Por favor...

Suena...

Suena y suena...

Y entonces escucho un ruido al otro lado y la voz que espero me habla al oído.




Nos leemos.

>>Yiemir.

El Desastre de JodieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora