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Jodie:

La puerta de la habitación se abre y Pretzel se aparta de mi para empezar a gruñirle al padre de mi ex novio, quien ingresa viéndome sentada sobre el suelo, tengo la espalda apoyada contra la cama y me pego más contra la madera cuando sus pasos se acercan.

—¿Has dormido en el piso? —Me mira con una ceja alzada, en la mano lleva una bandeja de comida.

Pollo frito con arroz y ensalada, al lado de ella hay un refresco del que desconozco de que bebida se trata.

Intenta acercarse más, pero me alejo.

—Tranquila, esto es para ti. —No lo recibo y coloca la bandeja sobre la cama, sujeto a Pretzel cuando intenta abalanzarse sin importar el tamaño y el siendo un cachorro. —Come.

—No tengo hambre.

El hombre suspira agotado.

—Te conviene ser obediente, Jodie. —Niega mirándome. —Ya has cometido una estupidez desasiéndote de esa memoria y André sigue meditando que hará contigo.

—¿Preocupación? —Me burlo. —Raro viniendo de mi captor.

—Niña, no te conviene hacerme enfadar a mi también. —Finaliza y sale de la habitación.



(***)



Miro por la ventana un posible método de escape y pongo los ojos en el árbol, vuelvo a mirar la cama, donde todavía se encuentra la comida ahora fría.

Mi barriga suena y no solo la mía.

Suspiro acercándome, palmeo la cama y Pretzel se sube en ella, la comida huele bien pese a que los alimentos ya no están calientes, mi estómago vuelve a sonar y comparto la comida con mi perro, quien termina robándose la pieza de pollo.

Estoy por terminar lo que queda cuando la puerta se vuelve a abrir y esta vez es tío André.

Me ve comer y frunce el ceño. —¿Recién?

Retrocedo e intento sujetar a Pretzel, pero el gruñe y se escapa de mis manos cuando mi tío se me acerca.

—Ven, levántate.

Ignorando al perro me toma del brazo y este le muerde en la pierna.

—¡Maldito animal!

Lo pisa y Pretzel llora, intento meterme agarrándolo, pero lo sujeta levantándole del pescuezo y...

Veo como lo lanza hacia una esquina.

—¡No!

Corro a socorrerlo, pero mi tío me detiene.

—¡Suéltame!

Logro deshacerme de su agarre y me acerco a Pretzel.

—¡Estas enfermo!

—Si tanto te importa ese animal entonces.—Viene hacia mí y me lo quita.

—¡Ya déjalo!

Le cojo el cuello y todo mi cuerpo se alarma.

—No lo hagas, por favor.

—¿Vas a decirme dónde está mi memoria?

—¡Ya te dije que no lo se! —Le grito, causándome dolor en la garganta. —¡No le hagas daño!

—¡Entonces empieza a hablar!

Mis labios se cierran.

—¿Jodie. —Estruja el cuello de Pretzel y el llora. —¡No estoy jugando!

Vuelve a llorar y las lágrimas se me escapan.

—Jodie..

—¡En la taberna!

Deja de hacer presión en el cuello de Pretzel y se lo arrebato, sujetándolo entre mis brazos.

—Lo he dejado en la taberna. —Vuelvo a repetir y una sonrisa curva los labios de André.

—Lo ves ¿No fue tan difícil, verdad?



(***)



Pretzel chilla de dolor cuando le muevo la pata y trato de no moverlo, me miro la ropa y rompo un pedazo envolviendo la pata con la tela, hago presión más despacio sintiendo los huesos y aunque no soy doctora, puedo sentir el hueso en su lugar y quiero creer que es solo una torcedura.

—Estarás bien. —Le prometo y pronto se queda dormido a mi lado, desconozco cuanto tiempo pasa, pero ya está oscuro afuera en cuanto esas puertas se vuelven a abrir.

Andre ingresa furioso acompañado de Leo y me pongo delante de Pretzel, pero esta vez solo me toma a mí del cabello y tira con fuerza, encierra a mi perro dentro de la habitación y me lleva a la sala, arrojándome contra el mueble.

—¡Te dije que no más juegos, Jodie! —Me señala y comienza a tirar las cosas de alrededor.

Subo las piernas sobre el mueble y las encojo.

—¡Quiero mi puta memoria, maldita mocosa!

—¿Ya te dije donde esta!

—No esta ahí. —Habla Leo. —Ya deja de mentir.

El corazón se me acelera, la vena le palpita en el cuello a mi tío y le da una orden a Leo.

—Tráeme a ese perro.

—No

Intento pararme, pero vuelve a empujan, el levanta la mano, pero cuando va a golpearme, el teléfono comienza a sonar.

Andre se endereza y toma el móvil, contestando la llamada e intercambia un par de cortas palabras.

—Repite lo que has dicho.

Me mira y le pone el alta voz.

Y la voz la reconozco muy bien.

Edward.

El Desastre de JodieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora