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"—¿Alcohol?

Me rio.—Es de los vinos caros de papá.

—Nos vamos a meter en problemas.

—No hagas dramas, Margot. —Logro quitar el corcho y una sonrisa cubre mis labios, veo a mi mejor amiga y sonríe como yo. —Lo logre.

Llevo la boquilla a mis labios y bebo.

—¡Ya! —Margot lo baja al ver que no dejo de beber.

Me quita la botella y le insisto en beber.

—Vamos, solo un poco.

Ella duda, pero lo lleva a sus labios, vuelve a dudar y cuando ya lo tiene en la boca, se lo empujo, logrando que beba.

Rio y ella lo quita de sus labios.

—¡Jodie! ¡No es gracioso!

—¿Y porque sigues riendo?

Baja la mirada avergonzada y revisa la etiqueta. —Esta delicioso. La última vez que papá abrió un vino fue cuando mi hermano se graduó de la policía.

Le quito la botella.

—Bueno, hoy vamos a terminarnos esta belleza ¿Y quién dice que no tenemos nada que festejar?

—¿Lo tenemos?

Le rodeo el cuello con un brazo.

—Somos mejores amigas.

Ella ríe y volvemos a beber.

No sé en cuanto tiempo nos tardamos por acabarla, solo recuerdo que me caí de la cama y comencé a reír.

—¿Estas bien?

Me quito el cabello del rostro, aunque quedan algunos mechones y Margot baja de la cama, sentándose sobre sus propias rodillas en el suelo.

—Estoy muy ¿ebria?

—Tal vez, yo también lo estoy.

Margot ríe y me quita los mechones.

—¿Me veo linda borracha?

Vuelve a reír y yo con ella, acomodo mi cabeza en la cama y sonrio, las manos de Margot bajan de mi rostro y se me queda viendo en silencio.

—¿Qué?

—No es nada, es el vino.

Mi sonrisa se borra y ella se mantiene en silencio viéndome, se acerca más a mí y sonrio.

—Margot.. ¿Qué...

Me besa.

Es un roce de labios el cual ella termina enseguida apartándose y vuelve a bajar la mirada mientras el calor de su boca sigue en la mía.

Jadeo.

Y su vista sube otra vez, no fue ella, ni fui yo.

Solo nos vi a ambas moviéndonos al mismo tiempo, nuestras bocas chocaron con violencia y se devoraron una a la otra, lo que fue una mera curiosidad se volvió adictivo con cada segundo que se dejaba atrás.

Sus manos me tocaron ahí y ... ahí. Aun en el suelo, Margot apoyo la espalda en la madera del filo de la cama y yo me subí sobre ella, sus manos fueron a mis caderas mientras me hacía moverla contra la suya.

Nuestros pechos se rozaron y gemí cuando más me frotaba a su lado. La sensación era adictiva, deliciosa y me excitaba.

Sus besos empezaron a estar en todas partes y mi boca también, la ropa era un estorbo, pero la dejamos en su lugar y terminamos manchándola.

El Desastre de JodieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora