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Jodie:

Tengo a Pretzel en mis piernas mientras nos trasladan a los dos hacia no sé dónde, pero espero sea a un avión, no dejo de mirar el camino y al chofer por el retrovisor, el padre de mi ex está sentado a mi lado.

Acaricio al cachorro y me vuelvo hacia el.—¿Cómo esta Denis?

Leo, el padre de mi ex sonríe. —Preocupado por ti, aunque ya me asegure de decirle que estas bien.

Trago saliva.

—¿Y papá?
—La campaña de tu padre va en perfecto estado y el por supuesto también, ha subido en las encuestas, pero él te dirá todo al llegar.

—¿Me llevara de regreso?

—Eso no puedo responder, Jodie.

Mi mirada baja, el coche se detiene y el anuncia.

—Llegamos. —Me asegura y al bajar veo la estructura frente a mí, una enorme casa alejada del pueblo y la cabaña.

¿Si había esto tan difícil fue traerme aquí?

Suspiro, observo al padre de Denis quien me sonrie y le devuelvo el gesto para que luego me invite a pasar.

Ya no estoy en la cabaña.

Y sin embargo, aún seguimos en Groenlandia.



(***)



—Tu habitación está a la derecha. —Me indica, bajo a Pretzel de mis brazos y el comienza a olfatear el lugar.

—¿Y mi padre?

—Tu padre vendrá pronto. —Me asegura. — ¿Por qué no tomas un baño y te relajas mientras esperas?

Me volteo a ver la habitación, aunque solo está la puerta abierta, noto lo grande que es.

—Tienes todas las comodidades que necesitas, estoy seguro que extrañaste esto.

Si, lo hice.



(***)




Es increíble que, habiendo este lugar en esta misma isla, papá no fuera capaz de traerme aquí.

¿Es una clase de lección?

Me molesto con él por un momento y me hundo en la bañera, mis ojos se cierran y Edward pasa por mi mente.

Salgo a la superficie y aparto el agua de mi rostro.

Me fui sin despedirme.

De igual forma el cree, cree que papá es el villano de esta historia.

Y me niego a creerlo.

Pretzel ingresa al baño interrumpiendo mis pensamientos.

—¿Ni un minuto puedo descansar de ti?

Ladra queriendo jugar y sonrio, acomodo mi cuello en el filo y mis ojos van hacia el techo.

El baño es bonito y espacioso, huele delicioso y olvidaba lo acostumbrada que estaba a las habitaciones grandes como estas, los baños largos y relajante que tomaba, y por supuesto una cama bastante espaciosa, la misma a la que me arrojo con todo y toalla cuando finalizo mi baño.

Cepillo mi cabello y lo seco con, hasta una secadora hay, genial.

Me pongo ropa limpia que encuentro en el closet, una chaqueta blanca por encima que combinan bien con las botas.

Golpean mi puerta.

Y voy a abrirla.

—Ya está aquí. —Anuncia el padre de Denis y jamás me había sentido tan aliviada de escuchar que papá estaba aquí.

Lo rodeo y corro escaleras abajo, Pretzel me persigue.

—Jodie.

—Pap...

La palabra no sale y observo extrañada al hombre que reconozco, el que está parado frente a mí y con quien comparto un lazo con papá y el.

—¿Tío Andre? —Pregunto confusa.

—Hola, cariño. —Sonríe. —Qué alegría volverte a ver.

¿Qué hace el aquí?

El Desastre de JodieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora