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Jodie:

Ya vienen por mí.

Ya vienen por mí. —Me repito mientras trato de no volverme loca en ese pequeño cuarto.

Papá vendrá por mí y estaré a salvo.

Salgo de la habitación solo para llevar a Pretzel a que haga sus necesidades y paso por una tienda de regreso.

Agarro un carrito y pongo al cachorro dentro mientras empiezo a buscar entre los estantes lo que pueda comer sin necesidad de preparar y que me alcanza hasta que lleguen a recogerme.

Lleno el carrito de comprar y reviso el dinero que robe de Edward, me alcanza y con eso pago las compras.



(***)



Regreso a la Taberna con las bolsas, es de día y hay pocos clientes, aunque no es sorpresa que los que están ya se encuentran bebiendo.

—Parece que compraste para un mes. —Me dice la mujer detrás del mostrados mientras se ocupa de limpiar sus vasos.

Trago saliva.

Ella hace una mueca y señala con su mentón, detrás de mí.

—Alguien está esperando por ti.

La emoción me cubre el pecho, pero no llego a voltear porque el calor de unos dedos se cierra en mi brazo.

De un tacto que conozco bien.

Arrojan la bolsa con monedas sobre la mesa y la mujer lo toma.

—Lo siento, cariño. Aquí sobrevivimos a nuestra manera.

Se va feliz con su bolsa de dinero.

Y luego es la voz a mi lado la que escucho. —No hagas nada.

Edward...



(***)



—¿Comprarme? Maravillosa jugada. —Intento forcejar mientras me traslada a la habitación.

Pretzel mueve la cola feliz de volver a verlo.

Llegamos al piso y me suelta enseguida, pero le mete seguro a la puerta.

—Dejame ir.

Se acerca a la mesa y toma una silla, retrocedo cuando viene hacia mí y tropiezo con el colchón, sin embargo, ya no me persigue, solo pone la silla frente a la cama, de espaldas y la ocupa.

Edward le da la mirada a la habitación—Bonito lugar, en especial el moho del techo, es lo que más me encanta.

—Ahórrate el sarcasmo.

—Ahorra tú, tu discurso.

Junta las cejas.

—¿No me darás la oportunidad de explicarme?

No respondo, no enseguida, trago saliva.

—No quieres escucharme, eso es.

Vuelvo a tragar, él se baja de la silla y viene a mi lado.

—¿Temes de mí, Jodie?

—Intentaron matarme y tú me mientes. —Suelto todo lo que siento. —Eras la única persona ahí, en quien le confié contarle sobre Margot... sobre mí.

—Comprendo, me equivoque.

—¿Qué vas a hacer conmigo?

—No te hare nada que no quieres. —Sonríe divertido. —Sabes que es así.

—No es momento para ser un pervert...

—Es mi hermana. —Me interrumpe

¿Eh?

—Margot es mi hermana. —Esta vez suena más claro y la confesión me deja en shock. —Ahora ya lo sabes, Jodie.

El Desastre de JodieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora