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Jodie:

"Quédate y préstame tu calor esta noche"

Mi cuerpo siente un golpe de emoción, lo miro en silencio y veo su expresión tan honesta como la súplica que acaba de hacer.

Mi atención baja a su agarre y vuelvo los ojos a los suyos.

—Edward...

Le estoy por dar mi respuesta, pero así tan rápido como me lo pidió, ahora está de nuevo acostado y los ojos los tiene cerrados, sonrio negando y lo miro por varios segundos hasta que decido sentarme sobre la cama.

—Es mala idea, Jodie. —Susurro para mí misma.

Y ni así me escucho porque ya estoy moviendo las sabanas y escondiendo los pies dentro.



(***)



Soy la primera en despertar la mañana siguiente y mis ojos casi se salen de sus orbitas al notar lo cerca que esta de mi, tan cerca que siento su respiración ir a mi rostro, me muerdo los labios y con cuidado me alejo un poco, pero cuando vuelvo a ver la tranquilidad en su rostro mientras duerme, siento la necesidad de tocarlo.

Paso saliva y acerco mi mano a su rostro, subiendo hasta su frente.

—Ya te bajo la fiebre y... ¡Mierda!

Me siento sobre la cama y voy en busca de mis zapatos, sigue durmiendo cuando volteo a verlo, pero al menos le ha bajado la fiebre por lo que mis manos pudieron sentir.

Me paro y lo dejo dormir mientras yo me dirijo a la veterinaria.



(***)



—Aquí tienes. —La doctora de Pretzel me lo entrega en brazos y el me recibe a besos.

Ella ríe.

—Si te extraño mucho. —Acaricia su cabeza. —Ahora si puedo asegurar que está completamente recuperado.

—Gracias.

Ella asiente.

—Veo que tu estas bien.

—Sí, no estuve tanto tiempo en el agua como Pretzel y...—Trago saliva. —Debo regresar, muchas gracias.

—Es mi trabajo. —Vuelve a acariciar a Pretzel. —Adiós, Pretzel.

Salimos de la veterinaria y regresamos a la cabaña, no bajo a mi perro hasta que estamos dentro y el empieza a dar vueltas y pasear por la cama.

Me quito la chaqueta polar que lleve conmigo y el gorro dejándolo sobre el mueble.

—Si estas feliz.

El ladra, sonrio y regreso al piso de arriba, pensando si iré a buscar al doctor de nuevo, Edward sigue en cama y me siento a su lado para sentir su temperatura, mi mano va a su frente y baja a su cuello.

—Ya estas mejor. —Digo tranquila y retiro la mano.

El me la detiene y sus ojos se abren seguido después.

—Edward.

Me suelta al darse cuenta e intenta sentarse.

—¿Cómo te sientes? Ya no tienes fiebre.

El Desastre de JodieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora