11. SORPRENDIDOS

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—Claro...

—No voy a hablar contigo —replicó Sandra y se levantó, pero Adam la retuvo tomándola la muñeca.

—Lo harás por las buenas —dijo amenazante, con la mirada clavada en ella.

—Adam, no seas rudo —le pidió Bri.

—No lo seré —contestó, obligando a Sandra a sentarse.

Bri se retiró poco convencida

—Ni te atrevas a amenazarme con nada —dijo Sandra, soltándose de su mano que sobre la suya lucía inmensa.

—¿Cómo estás? —preguntó fingiéndole amistad. La chica frunció el ceño.

—Deja de lado tu doble cara.

—¿En serio? —respondió irónico y frunció el ceño. Sandra notó que la recorrió y se sintió incómoda—. ¿Qué te pasó? —cuestionó notando su rostro más ovalado—. Te miro más... voluptuosa —señaló sus pechos que amenazaban con hacer saltar un botón de la blusa.

—Mi sobrepeso es asunto mío.

—¿Te estresó tanto el accidente de tu marido que colmaste tus ansias con comida? —sonrió de costado.

—No tienes ni idea.

—Y en lugar de correr a su lado, te quedaste aquí a esperar —tarareó con sorna.

—¿Para qué iba a cuidarlo yo, si Linda se ofreció amablemente?

—Qué terrible sorpresa debiste llevarte, ¿no? —inquirió con burla—. La señorita escogió mal otra vez —dijo lastimándola—. Aun cuando se le advirtió.

Sandra miró los hirientes ojos del hombre que lucía sumamente atractivo, con el cabello largo que había sido recortado solo un poco, aunque la barba estaba más abundante que antes.

—A eso viniste, ¿verdad?

—A reprochártelo no, pero tampoco pienso dejar pasar la oportunidad —se burló con amargura—. Al menos, ¿te hizo el amor como te gusta?

Sandra apretó los labios.

—Por eso me casé con él, por lo buen amante que resultó.

Adam frunció el entrecejo.

—Por eso, ¿o por lo que pasó entre nosotros?

—No pasó nada importante entre tú y yo.

—Oh, ahora resultaste con amnesia también.

Sandra deseó salir corriendo, pero una vez más Adam la detuvo. Esa vez tomó su mano con delicadeza y la acarició.

Meses atrás...

—Perdóname, Sandra, estoy confundido —le dijo Steve a la semana del compromiso de su hermana Bri.

—¿Estás terminando conmigo?

—Tal vez sea temporal.

—Steve...

—Perdón, no quiero engañarte.

No pudo evitar el sentimiento de desolación al verlo marcharse, dejándola sola en la fiesta de Navidad.

Se acordó de las palabras de Adam. Tuvo razón al advertirle que volvería con Linda.

Tomó un par de copas de vino y se alejó de la multitud. Llevaba puesto un uniforme de enfermera de falda y blusa nada sensual, pensó sintiéndose relajada por la bebida.

—Se cumplió la profecía —dijo viendo por el reflejo de la ventana la figura de Adam.

Lo observó mientras platicaba con Jan y Leonard.
¿Por qué le gustaba? Sería por lo que dijo Julie. Es un chico malo, peligroso para su corazón, pero quizás muy bueno para la cama.
Se humedeció los labios y decidió retirarse, el vino comenzaba a calentar su estómago y a esparcirse por áreas que podían incomodarla con frustración.

ENEMIGO SECRETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora