13. LAS VEGAS

160 46 0
                                    

Se compró un sencillo vestido color crema para la ceremonia. Sería un matrimonio rápido. No importaba, pensó viendo su vestido colgado. Estaba nerviosa, sin embargo ya estaba decidido.

—Mañana me caso —se dijo, luego oyó que tocaban a su puerta en el hotel. Se levantó de la cama y fue la puerta. Abrió y se sorprendió al ver a Steve.

—Hola.

—Steve, ¿qué haces aquí?

—Vine a ver a mi novia —dijo con un aliento a alcohol que inquietó a la chica. Al parecer bebió para darse valor.

—No debiste venir, ya son las 11 y... —no pudo seguir pues recibió un beso.

—Sandra, necesito saber que me deseas.

—Pero...

—Por favor, no me rechaces.

—Es que...

—Serás mi esposa en unas horas.

—Pues sí, pero... —volvió a recibir otro beso.

—Si no puedo hacerte el amor ahora, tal vez no debamos casarnos —dijo Steve entrando.

—Steve, estoy muy nerviosa.

—Déjame al menos intentar seducirte.

—Yo... no puedo... No ahora.

—Si no logro hacerte sentir, te prometo que me detendré.

Esa noche después de intentar hacer el amor él se levantó de la cama.

—Vete por favor —le pidió Sandra al borde de las lágrimas. La había besado y tratado de acariciar con intimidad, pero le costó mucho responder.

No sentía que su sangre hirviera como con el sinvergüenza de Adam. Se sintió avergonzada y culpable.

—¿No te gusto?

—Es que no esperaba que desearas hacerlo ya —mintió.

—Lo siento mucho, no quise aprovecharme —dijo sentándose al borde del colchón.

—No lo hiciste Steve, yo solo necesito tiempo.

El médico guardó silencio y comenzó a vestirse pues se había quitado la camisa.

—Aun así vamos a casarnos, ¿verdad? —La chica no pudo responder—. Por favor Sandra, no me dejes en vergüenza. Sobre todo no seamos la burla de Adam y Linda.

Al día siguiente él siguió serio, pero se casaron. Sandra creyó que de inmediato irían a una habitación, mas él decidió que volvería por la tarde a Pittsburgh.

—¿Me iré sola?

—Necesitas recoger tus cosas para mudarte conmigo.

—Es cierto —sonrió de manera forzada.

—Te veré allá —se acercó a besarla.

—Sí, allá nos vemos.

Me equivoqué otra vez, no puede ser, pensó Sandra estando aún en su casa. No voy a poder negarme otra vez, se dijo cerrando su maleta. No estoy siendo honesta. No puedo acostarme con él y pensar en Adam.

Steve regresó dos días después y se sorprendió al no encontrarla en su departamento, pero sí en el hospital

—¿No quieres vivir conmigo?

—No estoy lista aún.

—¿Por qué?

Sandra no quiso recordar que aquella noche en el hotel de Las Vegas terminó respondiendo a sus besos, solo porque estuvo pensando en Adam. Sin embargo al abrir los ojos cuando Steve la quiso tocar entre los muslos se acabó el encanto.

ENEMIGO SECRETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora