Gojo se despertó en una bañera con el agua teñida de rojo.
¿Cómo... había llegado ahí?
Después de sacrificar su vida para sellar a Sukuna para siempre, ahí era en donde menos esperaba terminar. Al principio, Gojo pensó que acabaría en el infierno, ¡o tal vez incluso en el cielo!
Jadeó en el baño sombrío y vacío, con nada más que el sonido del agua salpicando. Estaba claro que algo andaba mal, muy mal.
La oscuridad invadió su visión. ¿Estaba a punto de morirse? ¿Por qué no podía respirar? ¿Se había resbalado en la bañera sin querer? No, por muy divertido que sonase, aquello no explicaba el estado ensangrentado en el que se encontraba.
Gojo activó su técnica de maldición inversa para arreglar lo que fuera que estuviese causando el sangrado y salió a trompicones del baño. Tropezó con lo que creía que era un uniforme negro el cual estuvo a punto de maldecir, pero un dolor insoportable en el cuello y una serie de toses violentas se lo impidieron. Era doloroso, pero comenzó a ser capaz de ver y respirar con normalidad de nuevo.
Después de tomarse un tiempo para estabilizarse, Gojo se tocó el cuello para ver qué había pasado. No le sorprendió encontrar su mano manchada de un color carmesí.
Parecía que le habían cortado la garganta. Un corte lo suficientemente profundo como para poder destrozarle la tráquea y causarle una hemorragia incontrolable. Si no hubiera actuado rápido, podría haberse muerto una segunda vez.
Después de recuperar la compostura, millones de preguntas sin respuesta se precipitaron en su cerebro. ¿Quién podía haberle hecho eso? Era bastante difícil penetrar en su Infinito y mucho menos hacerle una herida tan profunda. ¿Por qué estaba ahí, teniendo una experiencia tan cercana a la muerte en una bañera? Hasta donde él sabía, la había palmado en el combate contra Sukuna. Si se encontraba vivo y bien, entonces eso significaba que...
El tiempo se detuvo cuando posó su mirada en un objeto.
Un cúter ensangrentado y una nota le miraban fijamente desde el suelo.
Bueno, pues duda resuelta. Lo que supuso que había sido un asesinato había resultado ser un intento de suicidio. Desdobló la nota.
Ofrezco mis más sinceras disculpas a aquellos que pronto descubrirán este cuerpo podrido. No puedo soportar este mundo por más tiempo. Todos y cada uno de los días de mi vida han sido un infierno para mí. Si existo solo para sufrir, entonces sería mejor no existir del todo. Lo siento de nuevo, a los que tengan que limpiar esto. Espero que no sea mucho pedir un entierro bonito y sencillo.
Gojo Satoru.—Bueno, esto sí que es inesperado. ¿Y qué pasa con la carta? Jamás escribiría algo tan vergonzoso. El dueño me ha humillado a lo grande— exclamó.
La garganta ya se le había curado completamente, pero averiguar si aquello se trataba de un intento de asesinato o no, no era su máxima prioridad. Que él estuviese ahí no presagiaba nada bueno.
Con un rápido movimiento de manos, Gojo se teletransportó al lugar de la batalla.
Pero lo que lo vio no era lo que esperaba para nada.
En lugar de una ciudad desierta, llena de cráteres y con los edificios completamente derrumbados, se encontró con un paisaje bullicioso, lleno de vida y algo extrañamente parecido a la energía maldita. Dejó esa incógnita a un lado para más tarde. Era como si nada hubiera pasado, ¿acaso aquella intensa batalla que había costado tantas vidas fue un producto de su imaginación?
No.
No. Parecía demasiado real como para ser falso. Su cabeza siempre había estado despejada, por lo que evocar a una alucinación le parecía algo demasiado improbable.
Como último recurso, se teletransportó a la escuela de hechicería. ¡Podría ver a sus alumnos! Podría preguntarles qué había ocurrido. Podría-
La escuela no estaba allí
No estaba allí.
El lugar donde debería haber estado la escuela era ahora una tierra vacía cubierta de maleza. ¿Cómo iba a tener sentido todo aquello? ¿Qué había pasado? ¡La escuela tenía que estar ahí! ¡Él jamás se equivocaba! ¡Incluso la mansión del clan Gojo había desaparecido, siendo reemplazado por unos rascacielos!
Gojo comenzó a entrar en pánico. Se teletransportó rápidamente a todos los lugares que era capaz de recordar, pero eran todos sitios completamente desconocidos. No pudo sentir la presencia de sus amigos incluso forzando sus Seis Ojos. Solo detectaba aquella extraña energía maldita que había estado ignorando.
Continuó buscando, ignorando las miradas curiosas de los transeúntes, tratando de encontrar alguna pequeña pista de lo que estaba sucediendo.
Se sentía impotente. Perdido. ¿Dónde estaban todos sus amigos? ¿Su familia? ¿Cómo podían desaparecer todos así como así? ¿Qué había pasado después de lo del sello? ¿Dónde estaba ahora?
¿Había siquiera vuelto a su casa de verdad?
Todos los intentos de buscar a alguien conocido lo llevaron a un callejón sin salida.
Satoru volvió al sombrío cuarto de baño. Si no era capaz encontrar pistas en los lugares más familiares para él, entonces aquel aseo debía de ser la siguiente mejor opción.
Caminó hasta la puerta, mirándose en el espejo. Su cabello y su ropa estaban desorganizados. La sangre teñía su camiseta de rojo oscuro cerca del cuello. El abrigo con el que había tropezado antes era un uniforme de una escuela que no reconocía, sin embargo lo más notable en ese momento era la desagradable cicatriz en su cuello, que se extendía horizontalmente.
—Shoko podría haber curado esto sin dejar nada...—su mente se inundó de pensamientos negativos—. No es que esté aquí para arreglarlo de todos modos.
La casa era pequeña, pero poseía todos los utensilios que cualquier ser humano hubiese necesitado para vivir.
Comenzó a explorar a su alrededor. Echó un vistazo en la cocina, pero la dejó rápidamente. La montaña de envases de fideos instantáneos sin recoger no eran agradables a la vista.
—¿Qué tipo de vida habrá tenido el dueño? Que por lo menos aprenda a cocinar...
Curioseó el dormitorio, pero solo había ropa sucia. El armario contenía algunas camisas manchadas de tinta que probablemente formaban parte del uniforme escolar de antes.
—El dueño de esta casa tenía una vida bastante desordenada— murmuró para sus adentros.
Continuó analizando la sala de estar. Esta estaba en mejores condiciones, con un sofá y una mesilla. Sobre esta se encontraba una mochila escolar.
¡Por fin algunas pistas!
Gojo se sentó en el sofá y comenzó a vaciar el contenido de la bolsa. La mayoría de los artículos eran insignificantes. Bolígrafos, una goma de borrar y... ¿cuadernos mojados? Despertaron su interés, pero tras sacudir la bolsa una vez más cayó una cartera.
¡BINGO!
La cartera es donde uno guarda fotos de sus seres queridos (¡yipei!). Encontró unas monedas sueltas y, por supuesto, su documento de identidad. Con el uniforme en mente, esperaba que la tarjeta perteneciese a algún niño o niña normal que fuese a la escuela, pero lo que vio lo sacudió hasta la médula.
Unos chico de ojos muy azules y cabello blanco como la nieve le devolvió la mirada.
***
Esta historia no es mía. Pertenece a otra persona en ao3. Me ha permitido muy amablemente traducirla a español para la gente que no habla inglés, por lo que todos los créditos son suyos (al igual que las ilustraciones al inicio del capítulo).
Nota: Voy a estar corrigiendo la traducción de los capítulos sin ninguna intención adicional ni nada por el estilo :v
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El día a día de Gojo en un mundo extraño.
Fanfiction"EN EDICIÓN" "La muerte es cálida" se dio cuenta Satoru. Era como estar en los brazos de una madre. O como beber chocolate caliente en una noche de invierno o dormir con las sábanas sobre la cabeza cuando había tormenta. Algo excepcionalmente encant...