Caldo de cultivo de migraña: Si estás aquí

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Satoru observó la hoja astillada que apretaba su garganta mientras masticaba un perrito de maíz. Trató agarrar la espada pero el villano la retiró rápidamente y se alejó del albino. 

—Por la fama... y el dinero— murmuró el hombre.

Gojo había decidido tomarse un descanso por ahí para calmar a sus Seis Ojos hasta que se encontró con esa clase de Tortuga Ninja a punto de asesinar a un héroe aleatorio en medio de un callejón.

—Así cualquiera puede calificarse como héroe...

Satoru miró al héroe tumbado. Parecía estar bajo la influencia de la particularidad de la Tortuga Ninja. Era interesante. Si probaba la sangre de su objetivo, este perdía la movilidad durante un tiempo indeterminado. ¡Aterrador!

—Oye, amable compañero héroe. ¡Vete y pide refuerzos! ¡Un menos es mejor que dos! ¡No podrás hacerlo solo, es peligroso!— dijo el héroe incapacitado.

¿Se suponía que debía estar de acuerdo?

¡Claro! Voy a dejarte aquí inmovilizado con un villano que quiere matarte. Espérate un ratito mientras voy a por ayuda la cual podría estar en cualquier parte de la cuidad, ¡no te mueras para entonces!

Eso era lo que querría haber dicho. En su lugar, emitió un pequeño "Oh, mierda".

—No sois héroes en absoluto...— dijo el cosplayer Tortuga Ninja llevándose la katana a la boca. —El único hombre que puede matarme en este mundo... ¡Es All Might!—lamió la sangre de la hoja.

Oh...

¡Ew!

Satoru conocía de antemano cómo funcionaba su particularidad gracias a sus ojos, pero verlo en acción era mucho más repulsivo.

El villano y el héroe comenzaron a discutir, gritando a todo pulmón. Satoru sabía que los insultos iban dirigidos a su persona pero para su desgracia, él no estaba escuchando. Lo único que hacía era repetirse una única pregunta en su cabeza. Una pregunta a la cual necesitaba encontrar una respuesta, o no sería capaz de continuar su vida.

—Amigo... ¿te has hecho la prueba del VIH?

***

Satoru ojeó los aparatos que sujetaba Hatsume.

El primer mecanismo poseía dos alas con tres pequeños cilindros colgados en cada una. El segundo parecía ser para las piernas y se asemejaba bastante a un dispositivo de tortura medieval. Parecían unos tirantes para las piernas.

—¿Quieres que use esto en nuestra pelea?—preguntó.

—En efecto— respondió la pelirrosa.

—¿Por qué?

—Gojo, mi camarada, mi amigo, mi bestie, lo que mejor se adapte a tus gustos— Mei pasó un brazo por encima de sus hombros, haciendo que Satoru tuviese que agacharse—. Todos los que estamos aquí nos encontramos en igualdad de condiciones por lo que...— apretó los puños y miró al techo con determinación.

Aquello hizo que las alarmas dentro de la cabeza de Gojo empezasen a sonar.

—¿Por lo que...?

—Por lo que... ¡quiero igualar esta pelea!—dijo con los ojos brillantes.

Vale, aquello estaba terriblemente fuera de lugar para alguien como ella.

—Aprecio tu determinación, Hatsume, pero no creo que necesite estas cosas—dijo Satoru—. Puedo luchar sin activar mi particularidad.

—No, no, amigo mío, ¡Insisto!— Hatsume hizo un feroz contacto visual con él—. ¡No hay nada que me satisfaga más que una pelea emocionante y justa, donde damos lo mejor de nosotros mismos para que el mundo lo vea!

El día a día de Gojo en un mundo extraño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora