Por el camino de la memoria I: No te he encontrado

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¡Un segundo!

 ¿Y si ese Suguru era el Suguru de ese mundo y no el suyo? Sería muy incómodo. 

—¿Eres m- El Suguru que conozco?

—Los Seis Ojos, las técnicas malditas, maldiciones, bla, bla, bla ¿te suena de algo?—respondió el chico aún con la mano en la mejilla—. Si no te suena entonces...

—Vale, sí. Eres tú—confirmó—¿Por qué el abrazo?

Miró a Satoru desde el suelo con una expresión estupefacta.

—Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. La única reunión que tuvimos después de diez años fue cuando intenté reclutar a Okkotsu. Pensé que un abrazo no estaría mal...

—¡No actúes tan amigablemente! ¡Te moriste en mis brazos! ¿¡No te acuerdas!?—suspiró—. Mira, olvídalo. Tenemos mucho de qué hablar.

—Lo sé.

No podía devolverle el abrazo. Necesitaban hablar las cosas. Lo que Suguru había hecho no podía ignorarse solo porque estaban en un mundo nuevo.

—Demos un paseo— dijo Gojo—. No quiero meterme en problemas por pelearme en los terrenos de la escuela.

***


—¿Un puesto de Taiyaki? ¿En serio?—preguntó Suguru, mirando el carrito con las insignias "TAI" y un pez koi blanco nadando entre las letras restantes, "YAKI".

—Oculto en la oscuridad, un puesto simple, un equipo tradicional y por supuesto, un anciano magistral en su oficio—presentó Satoru—. Obviamente, no eres tan hábil como yo con los versos pero este carrito vende los mejores taiyaki que vayas a comer jamás— se giró hacia el encargado—. ¡Jefe! Dos taiyaki con pasta de frijol rojo.

—¡Ahora mismo!

Se volvió hacia Suguru. 

—Espero que hayas traído dinero.

—¿Me estás haciendo pagar por ti?

—Por supuesto—se quedó mirando al hombre hacer los dulces—. No tengo dinero.

—¿No tienes dinero y has pedido dos? ¿Qué ha pasado con la riqueza ilimitada que decías tener?

¿Suguru había pensado que se iba a comer los taiyaki él solo? ¡Bueno, que así fuese entonces, ¡más para él!

—Supongo que no murió ni transmigró aquí—Satoru resopló—. Por dónde empiezo...—murmuró sin saber cómo comenzar la "charla". ¿Debía sacar la vez en la que Suguru se volvió loco y asesinó a cientos de personas para luego aparecer diez años después a declararle la guerra?

No, criticarle por algo que también había hecho era algo hipócrita. Incluso si fue un sacrificio por un "bien mayor", seguía siendo asesinato.

¿Y si le preguntaba cómo había llegado hasta la escuela sin haberlo detectado? Pero, ¿cuánto recordaba? La última vez que vio a Suguru, el cabrón de Kenjaku había poseído su cuerpo.

—Suguru.

El dueño del carrito comenzó a cocinar la pasta de frijoles.

—¿Mhm?

—¿Cuánto recuerdas?

Los panecillos comenzaron a hacerse por el otro lado.

—Hm... todo hasta...— llevó una mano a su barbilla, haciendo memoria—. Que Okkostu me atacó. No puedo recordar nada después de eso, supuse que me había pulverizado.

El día a día de Gojo en un mundo extraño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora