Favores dados y recibidos

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Gojo era impresionante cuando luchaba.

En un inicio, Midoriya se había mostrado reacio a quedarse, pero acabó hipnotizado por sus movimientos.

Sus acciones estaban calculadas. Se centraba en golpear las zonas vitales de sus oponentes sin llegar a hacerles un daño mortal. La razón por la que había conseguido noquear al niño con sobrepeso fue por el golpe directo a la mandíbula.

Al mismo tiempo, fue capaz de apreciar que sus movimientos eran un tanto descuidados, como si nunca hubiese luchado. ¿Cómo iba a tener sentido eso? Sus puñetazos eran débiles, por eso había recurrido a los codo y al peso de su cuerpo para noquear al pelirrojo. Compensaba su falta de fuerza física utilizando otras ventajas, desde su propio cuerpo hasta las propias debilidades del oponente.

—Oh, ¿ya se ha acabado pelea? ¡Qué rápido!— dijo Gojo mientras se giraba con una sonrisa en la cara.

A punto estuvo de devolverle el gesto de no ser por la figura de atrás, que se puso lentamente en pie.

—¡Gojo cuida-!

Demasiado tarde.

La situación dio un giro de ciento ochenta grados. Ahora era el tipo ese el que estaba encima de Gojo con su mano agrandada y lista para descender sobre él.

¿Por qué no estaba tomando represalias? Gojo se quedó ahí quieto, sin hacer nada ¿Le habían noqueado? ¿Llamaba a los profesores? ¡Pero eso pondría a Gojo y él en problemas!

Solo le quedaba una opción. 

Se lanzó hacia el niño.

***


Midoriya lo sorprendió de buena manera. ¡A eso se le llamaba un héroe verdadero! Cualquier otra persona se hubiese quedado mirando. Encontraría la manera de devolverle el favor. Bueno, los favores.

Gojo lo admitió, no estaba acostumbrado a ese sentimiento de ser salvado. Él siempre había tenido el papel de matar y proteger, ¡Aquello era algo completamente nuevo!

Jin y Midoriya tropezaron en el suelo con un ruido sordo, pero el chico peliverde se puso en pie rápidamente  y corrió hacia Gojo. Lo agarró de los hombros y comenzaron a huir.

—¡EH! ¡Vuelve aquí!— el sonido quedó ahogado por los pasos apresurados de ambos  y la respiración acelerada.

—¿Estás bien, Gojo?—preguntó Midoriya preocupado.

—¡Sí, sí, perfectamente! ¡De no ser por tí hubiese recibido un buen golpe! ¿Por qué lo hiciste?

—¿Eh? ¿El qué?

—Salvarme.

—Eeeh... hmmm. Yo tampoco estoy seguro, mis piernas se movieron solas... ¿lo siento?— esa afirmación sonaba más a una pregunta.

—¡Ja, ja! ¿Por qué te disculpas por salvarme?—necesitaba aumentar la confianza del chico. Se colgó el bolso escolar sobre sus hombros y corrieron hasta la puerta del instituto.

—Oye, chico verde... ¿y si nos hacemos amigos?

—¿¡Eh!?

—Técnicamente serías mi primer amigo— en este mundo, claro está. —¿Por qué el '¿¡eh!?', no te parece bien?

—¡No, qué va, me encantaría! ¿Creo?— respondió mientras corrían— Pero no estoy muy seguro.

—¿¿Eeehhh??¿Por qué?? Cientos de personas querrían ser tú ahora mismo— dijo el albino confundido.

El día a día de Gojo en un mundo extraño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora