Valdrá la pena

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—Suguru...—dijo Satoru recostándose en la mesa de la cafetería. Andaba completamente destrozado por la resaca—. Hazle un favor a esta pobre, miserable, afligida y deprimida alma.

—¿Qué quieres?—respondió Suguru sin preocuparse mientras sorbía su Somen frío. Teniendo en cuenta los eventos del día anterior, no le sorprendía el estado del albino.

—Haz una apuesta conmigo— dijo Satoru, débilmente.

Aquella inesperada oferta hizo que Suguru dejase de sorber fideos.

—¿Por qué?

—Haz una apuesta conmigo—dijo de nuevo un poco más serio.

—¿Qué estamos apostando?— Suguru suspiró.

—Haz una apuesta conmigo.

"Hijo de-"

Le parecía un poco raro que estuviese tan insistente.

—Satoru...

—No te lo voy a explicar si no aceptas—dijo este.

—Entonces me negaré—dijo Geto claramente, haciendo que el otro le mirase desconcertado.

—¡Se suponía que no ibas a decir eso!

—¿Ah sí?— respondió con aire de suficiencia. Procedió a seguir engullendo fideos —. Se te va a enfriar el sandwich y la hora del almuerzo está a punto de acabarse. Cómetelo.

Satoru agarró su comida obedientemente y le dio un gran bocado.

—Muy bien, te lo explicaré—dijo entre mordisco y mordisco.

Suguru tarareó sin comprometerse.

—Múdate conmigo.

El moreno se quedó helado.

—¿Qué?

—Si consigo estar en el top tres del festival múdate conmigo—dijo Satoru—. Y si no lo consigo, haré lo que quieras.

La expresión de Suguru no cambió en absoluto. Tragó sus fideos después de mascarlos bien.

—No.

¿Iba en serio? ¡Aquella apuesta era ridícula! Se inclinaba demasiado a favor de Satoru. Ese chico enfrente suya recuperándose de una resaca era lo suficientemente fuerte como para destruir el país él solo, por supuesto que alcanzaría el Top tres del festival. Iba a ganar pasara lo que pasase. El decir "Si no lo hago, bla, bla, bla" con cambiaba nada.

—¿Por qué nooo?—Satoru se quejó como un niño pequeño, ganándose múltiples miradas extrañas de otras mesas. Suguru se sintió un poco cohibido bajo aquellos ojos.

—Me cago en...— tapó de la boca del albino. Amaba a Satoru pero en cuanto a la vergüenza pública tenía sus límites—. Tienes veintinueve años, por el amor de Dios.

Satoru bajó la mano y negó con el dedo. 

—Mentalmente.

—Qué- Okey, lo que sea— Suguru suspiró exasperado, frotándose la sien—. No voy a aceptar. ¿Acaso te estás oyendo?

—Los oídos me funcionan bastante bien— Satoru masticó malhumorado su sandwich a medio comer—. Me ha quedado claro que no estás interesado en aceptar pero yo sí lo estoy ¿Qué te haría cambiar de opinión? ¿Y si consigo el primer lugar? ¿Quiere mi Suguru la medalla de oro?

¿Mi Suguru? ¿Medalla de oro? ¿Primer lugar?

—Sabes Satoru, hoy estás muy raro—señaló—. ¿De dónde viene el 'múdate conmigo'?

El día a día de Gojo en un mundo extraño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora