Dándoles una lección

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Se había negado a darle su propio cuaderno.

¿¡Por qué!?

¿Qué quería ese chico de él? No se habían visto nunca antes. ¿Se habría topado con él y le guardaba rencor por algo? ¿Quería dinero en compensación por el cuaderno? 

—Sabes que estás murmurando todo eso en alto, ¿verdad?

Ah, rayos. Cierto, era un hábito suyo.

—¡Lo siento mucho! No quería- Solo estaba...

—¡Relájate! No hagas como si estuviera a punto de asesinarte—dijo el chico de cabello blanco aún sonriendo.

Se quedaron ahí en completo silencio mientras surgía un aire de incomodidad entre ellos difícil de disipar. Midoriya se sentía pequeño bajo aquella mirada. ¿Qué clase de persona tenía esa mirada tan intensa? Tenía que decir algo...

—¿Cómo te llamas?— El chico cerró la distancia entre ellos con unos pocos pasos. ¡Era demasiado alto para ser un chico de quince años!

—Midoriya Izuku. E-es un placer conocerte—tartamudeó.

—Hmm... Es un buen nombre. Gojo Satoru, encantado— extendió su mano y observó al chico sacudirla torpemente.

—Dime, Midoriya, ¿podrías hacerme un par de favores? ¡Haré todo lo posible para pagártelos de vuelta!— dijo Gojo con regocijo y estrechando la mano del niño con entusiasmo.

¿¿Favores?? ¡No podía! Su madre estaba esperándolo en casa. Tenía que negarse, sin importar las consecuencias que aquello pudiese traerle.

Cuando fue a abrir la boca para declinar la oferta, sintió como su lengua se paralizaba. Gojo lo miraba fijamente con unos inocentes ojos de cachorro.

—Lo siento mucho per-

La mirada se intensificó

—¿Sí?— el peliblanco le instó a seguir hablando.

¡Oh dioses, aquello solo hacía todo peor!

—Yo-uh...— dejó escapar un suspiro de derrota —De acuerdo, ¿qué necesitas?— respondió Midoriya, dándose por vencido y visiblemente nervioso.

—Bien, entonces... Izuku— Gojo puso una mano sobre su hombro—. ¿Puedes enseñarme dónde está la parte de atrás de la escuela?

***


—Bueno, es aquí... pensé que ya lo sabrías— Midoriya había imaginado que Gojo le iba a hacer una petición escandalosa. Se alegró de estar equivocado.

—Es que... he perdido la memoria temporalmente, ¡no te preocupes peliverde! Oh, ahí están— dijo Gojo, colocando una mano sobre sus ojos. 

—Esto... ¿En serio tengo que quedarme...? Me gustaría irme a casa... —Midoriya se revolvió nervioso.

—¡No! Todavía tienes que hacerme otro favor, ¿recuerdas? Sostén esto un momento...— le arrojó su bolsa a Midoriya, el cual la atrapó torpemente lanzando un quejido.

—¡E-espera! ¿A dónde vas?

Gojo le observó mientras estiraba sus extremidades.

—¡A una pelea, por supuesto! Espérame ahí un momento ahí Izuku. Por favor— se despidió con un guiño y salió corriendo

—¿Eh...? ¿¡Una pelea!? 

Oh no, ¿en dónde se había metido? ¿Iba a hacerle un favor a un alborotador? ¡En qué estabas pensando, Izuku! ¡Qué sería de él si los maestros se daban cuenta y acababa también castigado! Pensó en dejar la bolsa y huir, pero...

El día a día de Gojo en un mundo extraño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora