Resolución: Haz tú la pregunta

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Algo le pasaba a Midoriya.

Al principio Gojo no se dio cuenta. Habían pasado tres días desde la última vez que había ido a la casa del chico. El trabajo y las tareas de la escuela le habían ocupado demasiado tiempo.

La única interacción que había tenido con Midoriya había sido en los pasillos del instituto. A diferencia de los los días anteriores, sus movimientos eran mucho más rígidos y se le veía más cansado. Gojo decidió que debía llegar al fondo del asunto.

¿Pero cómo? No podía aparecer sin previo aviso frente a la puerta de su casa

¿Verdad?

***


Midoriya se encontraba haciendo algunas flexiones en su habitación cuando:

¡SLAM!

Un sonido atronador proveniente de su puerta lo sobresaltó, haciéndolo asumir una formación defensiva.

—¿Q-QUIÉN VA!—dijo todo lo valientemente que pudo.

—¡Midoriya!—saludó Gojo con una gran sonrisa. Le había dado un susto de muerte

—¿¡Satoru!?

—¡El único e inigualable! —respondió con entusiasmo.

—Casi se me sale el corazón del pecho... ¡llama la próxima vez!

Satoru se tumbó en su cama, estirando la espalda. 

—¡Lo siento, lo siento! ¡Tenía ganas de verte! Hace años que no nos vemos.

—¡Nos hemos visto esta mañana! De todas formas, ¿no estás ocupado con tu trabajo a tiempo parcial? ¿De dónde sacaste el tiempo para venir aquí?

Midoriya sabía que el turno de Gojo empezaba dentro de poco, ¿no debía estar allí?

—Mi jefa ha cerrado por hoy. Tenía que ocuparse de algunos asuntos personales, así que no tengo nada que hacer los próximos dos días—giró la cabeza para mirar a Midoriya—. Pensé en pasarme por aquí un rato.

—Eso está muy bien pero no creo que hayas venido solo a saludar.

—¡Oooh!— aplaudió eufórico y le regaló a Midoriya un pulgar hacia arriba. —¡Correcto!

—Entonces.... ¿Qué pasa?— Satoru dejó de aplaudir y se sentó, haciendo contacto visual con él.

—Has estado haciendo ejercicio, ¿no es así?— preguntó Satoru con aire de suficiencia.

¿Cómo lo había adivinado?

Era como si Satoru siempre hubiese sabido que aquel hombre alto y larguirucho de la azotea era All might. También había desaparecido en el momento en que el héroe se le había acercado y siempre le avisaba cada vez que Bakugo andaba cerca. Se preguntó si de alguna manera, sus ojos estaban conectados a aquellos sucesos. Pero Gojo había dicho que su particularidad se trataba de manipular el espacio.

—Siempre lo sabes todo, Satoru— Midoriya suspiró, dándose por vencido—. Me declaro culpable de todos los cargos. ¿Cómo te has enterado?

Aquello sacó una risa a Satoru.

—¡Te mueves como si te dolieran los músculos! Y estabas haciendo flexiones antes de que yo entrase.

—Vaya...

—Por cierto, no las estás haciendo bien—agregó.

—¿Eh, en serio?— volvió a agacharse— ¿Entonces cómo es?

El día a día de Gojo en un mundo extraño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora