Capítulo Doce

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Jueves 12 de Enero de 2023
7:00 PM
Mónaco.

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Después de vivir en el mundo perfecto de los sueños por unas cuantas horas, volví a la realidad con una confusión tremenda. De repente me sentía como si me hubieran borrado del cerebro los últimos acontecimientos.

Poco a poco vuelvo al mundo real, recordando todo lo que había pasado y empezando a ser consciente de donde estoy. También me doy cuenta de dos cosas. La primera es que afuera está lloviendo. No me asusta que llueva moderadamente, mientras no haya fuertes vientos o relámpagos estaba bien. Por ahora parecía ser una lluvia tranquila.

La segunda cosa es que no estoy sola en la habitación. Una pequeña bola de pelos está dormida a un lado de la cama. También veo que la puerta está ligeramente abierta. No sé cuál de los dos gatos sea, pero apreciaba mucho su compañía ahora mismo.

Me levanto de poco en poco, mientras me trueno los dedos de la mano. No doy ni un paso más cuando escucho a mis tripas gruñir. Mi última comida había sido en Niza hace ya varias horas, y ni siquiera había sido una comida lo suficientemente buena para mí estómago, porque no me llenó en lo absoluto.

Recuerdo lo que Max me había dicho antes de quedarme dormida, sobre como podía salir para comer algo, pero siendo honesta, me daba un poco de vergüenza aparecer como si nada pidiendo comida.

Además, también veía necesario que me bañara lo más pronto posible. Me sentía como si no me hubiera bañado en días -aunque la realidad era que me había bañado ayer-. Pero está habitación no tenía baño, y tendría que utilizar el baño de la casa. De nuevo, me daba algo de vergüenza aparecer de la nada y hacer como si estuviera en mi casa. Solo era una huésped y ya.

Mi estómago vuelve a rugir, la verdad es que tengo demasiada hambre así que sin darle muchas vueltas al asunto salgo con dirección a la cocina. Pero antes de llegar me encuentro con mi anfitrión sentado en el sillón.

-Buenas noches bella durmiente.- Max se levanta de su asiento y pausa lo que sea que estaba viendo en la televisión. -¿Tienes hambre? Lo más seguro es que sí.

-Hola de nuevo. No planeaba dormir ahora mismo, pero estaba demasiado cansada del viaje y...- No termino la oración cuando se me sale un bostezo.

-Ya me dí cuenta. Traje pizza para comer, pero cuando fuí a buscarte ya estabas dormida, así que mejor guarde algunas rebanadas para tí.

Ya una vez en la cocina veo como saca unas cuantas rebanadas y las mete al microondas. No iba a mentir, la pizza se veía riquísima.

»Antes de que digas algo, esta es la mejor pizza que he probado fuera de Italia, hay un restaurante cercas de aquí que hace comida italiana y hacen de comer delicioso. Hubiera hecho yo de comer si no fuera porque no me alcanzó el tiempo, pero esto es delicioso, lo juro.

Le hubiera contestado algo si no fuera porque seguía medio dormida, así que lo único que hago es asentir un poco y caminar hacia el microondas. Una vez que tengo mis rebanadas de pizza en un plato y se han enfriado un poco, por fin dejo que mi estómago conozca alimento al fin.

Siento como vuelvo a la vida una vez que termino la primera rebanada, de hecho ya quería más. Definitivamente esta era la mejor pizza que había probado en mi vida.

Justo cuando estoy a la mitad de la segunda rebanada, Max vuelve a calentar otras tres rebanadas. Él está recargado sobre uno de los muebles casi en frente mío, mientras que me ve con una sonrisita de suficiencia.

Daylight | Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora