Capítulo Dieciocho

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Jueves 19 de enero de 2023
5:30 AM
Mónaco.

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Mi semana de vacaciones en Mónaco estaba por terminar. Y la verdad es que no me quiero ir.

Me siento como Peter Parker en Infinity War diciendo "no me quiero ir, no me quiero ir Sr. Stark".

Bueno, pero es que mi cerebro no procesa más cosas en este momento, son las 5 y media de la mañana, tengo frío, sueño y ganas de llorar, mientras espero que Max entre al auto y me lleve al aeropuerto de Niza.

Se supone que mi vuelo sale a las 8, pero tendría que llegar al aeropuerto y realizar el papeleo necesario y esas cosas. De verdad, mi cerebro no procesa nada ahora mismo.

Me reacomodo en el asiento de copiloto y trato de mantener los ojos abiertos, pero no puedo. Después de un buen rato, Max entra al auto.

–Ten, para que no te duermas.

Abro los ojos lentamente, y me encuentro con un termo frente a mí. Lo recibo y de inmediato el olor a café llega a mi nariz. Perfecto.

–Gracias.– Le respondo adormilada, el solo asiente mientras enciende el auto.

Digamos que Max y yo ahora mismo estábamos en tregua. Ambos nos habíamos disculpado por lo que dijimos e hicimos, y ambos habíamos aceptado esas disculpas. A veces sentía que nos portabamos como niños chiquitos, pero de cierta forma me agradaba.

Después de haber hecho las paces tuvimos un último recorrido por el Principado, durante el cual platicamos de algunos temas, el más importante había sido lo que venía en los próximos meses.

Más o menos habíamos hecho un calendario de cuando y dónde nos veríamos. El plan por ahora era:

Febrero: Lanzamiento del auto de Red Bull – New York.
Marzo: GP de Bahrain – Bahrain.
Abril: Mi cumpleaños – México.

El viaje a New York ya estaba más que pagado, entonces ya no había vuelta atrás, iba a ir. Mientras que Bahrain aún estaba pendiente, todavía necesitaba saber si si podía ir.

Mi cumpleaños prometía ser el día en que perdería la cordura, pues ahora sí que estaba segura de que Max podría viajar a México. No solo iba a conocer a mi familia, iba a conocer a las que parecen ser sus cómplices –mis amigas–. Van a ser días moviditos.

También habíamos hablado sobre otro tema del cual no estaba tan contenta de hablar: ¿cómo íbamos a actuar nuestra "relación"?

Mientras yo consideraba prudente no tener tantas muestras de cariño en público, Max pensaba todo lo contrario. Aunque ambos si coincidimos en que en NY no íbamos a portarnos tal cual como una pareja sentimental, Bahrain iba a ser todo lo contrario.

De vez en cuando teníamos que abrazarnos, tomarnos de la mano, subir fotografías juntos a redes sociales e incluso, en un futuro no tan lejano, besarnos en público. Todo esto según Max y lo que habían hablado con su manager.

Ahora sí, el circo estaba a punto de comenzar.

¿Estaba nerviosa? Pero por supuesto.
¿Quería hacer esto? No estoy segura.

Vuelvo poco a poco a la realidad cuando, entre la oscuridad, distingo la frontera entre Mónaco y Francia, la misma que habíamos pasado hace unos días.

Siento como lágrimas vienen a mis ojos. Una semana me tomó enamorarme del lugar, y ya no quería irme, pero también extrañaba mi país y mi gente.

–¿Melissa?– Pregunta Max cautelosamente.

Daylight | Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora