Capitulo Treinta y Ocho

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Sábado 6 de Mayo de 2024
Miami, USA.
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Si dependiera de mí, hoy hubiera dormido hasta el mediodía. Desgraciadamente, la alarma de Max me despertó a eso de las ocho de la mañana.

–Max... Max...– susurro sin abrir los ojos. La única respuesta que obtengo es un suspiro, el cual deja un rastro de aire caliente en mi cuello.

Abro de a poco los ojos, y veo que seguimos acostados de la misma manera en que nos habíamos quedado dormidos. Sus respiración era calmada, e incluso podía sentir los latidos de su corazón. 

Si no fuera porque su alarma estaba empezando a ser desesperante, me hubiera quedado admirandolo un buen rato.

–¡Max!– alzo la voz, logrando que despertara de golpe.

–¿¡Qué!?– levantó la cabeza mientras parpadeaba varias veces.

–Apaga la maldita alarma... por favor–. Siento como gira encima de mí, para por fin apagar la alarma de su celular.

–Lo siento, no la escuché.

–No hay problema...– dije bajando la voz de nuevo.

Me propuse a dormir de nuevo, pero después de cinco minutos me dí cuenta de que ya iba a ser imposible.

–¿Problemas para dormir?– me pregunta Max al verme abrir los ojos de nueva cuenta. El ya estaba completamente despierto.

No pude evitar soltar un gruñido. Yo solo quería dormir, lo necesitaba para ser feliz.

–Todo es culpa de tu alarma–. Es lo único que respondo.

Max solo suelta una pequeña risa, para después levantarse de la cama y caminar directo al baño. Yo por mi parte me quedo en la cama otro rato, tratando de tomar valor para pararme e iniciar el día.

Tomo mi celular y reviso varias notificaciones y mensajes. Primero me encuentro con un par de fotos mías que al parecer me habían tomado ayer durante la segunda práctica. Odié verlas, especialmente porque mi cara lucía horrible, tenía los ojos súper hinchados, así como un montón de granitos en las mejillas. Además, se alcanzaba a distinguir mi raspón en el brazo.

Quité mi cara de la pantalla y mejor me propuse leer los mensajes que tenía de Daniela. Al último ella había decidido acompañar a Jaqui y los demás a Puebla, más que nada para asegurarse de que no volvería a pasar un incidente como el de mi cumpleaños. Aunque leyendo el par de mensajes que tenía de Jaqui, estaba segura de que algo había pasado.

amoga estoy muy ebria creoq ue ya la caguee

Poeque yengo tan mala suerte??????”

¿Ahora que carajos pasó?

Leo el par de mensajes que tenía de Daniela, pero no me da las respuestas que estaba necesitando. Respondí sus mensajes con la esperanza de que contestara pronto, pero luego recordé la diferencia horaria entre Miami y México y perdí las esperanzas.

Max salió del baño con ropa ya cambiada. Llevaba puesta una simple camisa blanca, pantalones de mezclilla –si, skinny–, y tenis negros. A falta de lentes no podía verlo muy bien, pero había algo en el que no se sentía del todo bien.

–¿A qué hora tienes que estar en el circuito?– le pregunto mientras estiraba lentamente mi pierna lastimada.

–Más o menos, a las diez, diez y media a lo mucho.

Reviso el reloj, dándome cuenta de que ya había perdido alrededor de cuarenta minutos. Como pude me levanté de la cama y me encaminé al baño para darme una ducha.

Daylight | Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora