Avances Importantes

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Transcurrieron tres meses en los que avances importantes con Kim se habían 
logrado, haciendo que la pequeña interactúe tanto con su familia, como con el personal.
También Trancy se había familiarizando pronto con la ruta para las habitaciones y los 
jardines, se desplazaba de manera precisa y era poca la ayuda que solicitaba. 
León por su parte convivió poco con su familia, Rose seguía muy feliz con 
Federik quien la invitaba todos los días a salir, y a veces esta se quedaba a dormir en la mansión del abogado, situación que ponía un poco incómodo a León, pues sabía lo que esa invitación conllevaba. 
Con Ariadna era otra cosa... Ellos estaban muy absortos en sus compromisos, pero la mujer lo llamaba cada libre que tenía ya sea para reclamar que tenían escaso tiempo para verse, o para indicarle que quería follar. 
Al final de cuentas la bella mujer opto por ir a ver al escritor a su mansión esa tarde.
—Pase señorita Ariadna, el señor Brooks está en su despacho, Artur guió a la mujer hasta el despacho del escritor. Tocando y anunciándole a León de la inesperada visita. 
—¡Querido, por fin podemos vernos! La mujer avanzó hasta León, para plantarle 
un beso forzando un poco al escritor. —Este se sintió invadido y algo incómodo. 
Pero admitía su prometida se veía muy seductora. 
Ariadna iba vestida muy femenina, una blusa de seda rosa con pequeños 
botones dorados, Un collar de perlas beige nacaradas, una falda negra entubada que resaltaba la pequeña cintura a demás de mostrar las redondas nalgas y resaltarlas con un par de tacones stiletto negros. 
León acarició la espalda de la mujer, de forma conciliadora, sin intención de algo más por parte del escritor. Ella no captando el mensaje y a manera de descarada invitación restregó el par de pechos en León, quien gimió hundiendo su rostro en el cuello de aquella mujer, arrancándole un jadeo. Adriana subió una de sus largas piernas hasta la 
cadera de León, este acarició con fuerza aquella piel y con ambas manos subió 
bruscamente la ajustada falda para poder llegar hasta la diminuta ropa interior. 
Rozando con las yemas de los dedos el fino encaje de las nalgas. 

Ariadna gemía y respiraba pesada y rápidamente, mientras el escritor recorría con la punta de la lengua aquella piel. El castaño estaba  consciente de que era más deseo y necesidad y que no implicaba algún sentimiento profundo. 
León siguió tocando hasta posar la mano en medio de la entrepierna de la rubia, quien besaba y mordía con desespero el cuello y pecho del castaño, 
logrando soltar la camisa que este traía para ver ese imponente pecho, mientras se relamía la lengua de forma lasciva como una hiena a punto de devorar a su presa. 
—Te he extrañado mi amor, decía Ariadna, con voz urgida. 
León emitía ruidos roncos, pues estaba excitado, ya no era un niño y si era sincero aquellas acciones solo delataban la urgencia de enterrarse en aquellas carnes. 
Tomando con sus dos manos las nalgas cubiertas por una fina tela la cargó hasta depositarla en el escritorio y soltando los botones descubrió ese par de redondos pechos, masajeándolos hasta que el lindo sostén le estorbaba para 
estimular con lengua y dedos los rosados pezones que yacían erectos exigiendo las atenciones del escritor. 
León bajó por ese firme par de senos, y tomando un pezón con la punta de la lengua lo empezó a estimular, haciendo que aquella mujer levantará la cadera de forma ondulante y sensual, mientras con la otra mano estimulaba aquel pequeño capullo que se hallaba en la entrepierna de la rubia. 
Y sin más miramientos Ariadna soltó el cinturón y la bragueta de León, acariciando con la mano esa dura erección que tanto la enloquecía, sacándola de la ropa interior. 
León captando el mensaje, hizo a un lado la prenda que se interponía en la 
húmeda entrada de la rubia y con una mano dirigió aquella imponente polla, mientras con la otra levantaba la estrecha espalda de la chica, besando y 
chupando ambos pechos, dejando marcas tan dolorosamente visibles, esto 
molestaba a la mujer quien se quejaba de dolor. 
León empezó un tosco y violento vaivén mientras embestía a la chica que se 
debatía entre protestar porque le molestaba la rudeza o disfrutar hasta donde 
el dolor se lo permitiera. Estuvieron así unos minutos hasta que ambos 
alcanzaron el clímax.
León se dejó caer sobre el cuello de Ariadna quien se sentía lánguida y temblorosa por la intensidad de su propio orgasmo.
León amaba el sexo rudo, y nunca con sus amantes casuales podía practicarlo 
libremente, a menos que estos fueran hombres, pues las mujeres eran demasiado "decentes en la cama". Y ni aún con su esposa había practicado tal fetiche pero sí con furcias y prostitutos. 
Ariadna respiraba entrecortadamente, estaba adolorida. No le agradaba el sexo tan agresivo que de vez en cuando practicaba el escritor ya que irónicamente 
no lo consideraba correcto, pero ahora no era el momento de pelear por tonterías, ya que por fin después de casi veinte días había tenido sexo. 
—Esto ha compensado los días que no nos hemos visto. La rubia sonreía mientras se abotonaba la blusa,
satisfecha. Se acercó complacida y depositó un beso en la mejilla de León 
quien terminaba de anudarse la corbata. 
En ese momento tocaron la puerta del estudio, era Artur quien anunciaba la hora de la cena. 
—¿Te quedarás a cenar? Preguntaba León a Ariadna, mientras se dirigían al 
comedor. 
—Solo un momento León, ya que tengo varias reuniones mañana y no podré quedarme.
Llegaron al gran comedor, indicándole en sus lugares, mientras esperaban a los demás miembros de la familia la pareja empezó a platicar de sus trabajos respectivos. Se escucharon ligeros pasos. León ya estaba 
familiarizado con ese ruido. Eran los sutiles movimientos de Trancy y Kim. 
Verlos platicar tan desenvuelta daba la impresión de que tenían la capacidad 
de ver... Para una persona ajena a ellos eso parecerían, un par de personas capaces de ver. 
—Buenas noches papi, la niña percibió el molesto perfume de Ariadna e incómoda 
saludo también a la mujer —Buenas noches Ariadna, Kim se sentó en su lugar con total soltura. 
Trancy muy relajado saludó a la pareja ocupando el asiento a lado de la niña. 
Mañana ofreceré una cena en el jardín, ya que dentro de dos días será la presentación de mi libro en la editorial, anunció León. 
—Cariño te felicito, dijo Ariadna emocionada, su pequeña mano se posó sobre la fuerte mano de León. 
—Felicidades señor Broks dijo el joven. 
Espero verles entre mis invitados, León tomó la manita regordeta de su hijita y 
le dio unos ligeros besitos provocando las risas de la niña. —Y tú mí princesa, serás mi pareja. 
—¿Enserio papito? La pequeña estaba muy emocionada ya que por lo general su padre no lo pasaba bien con ella. El escritor y Ariadna eran quienes participaban más, mientras ella era enviada a la cama. 
—Sí mi pequeña princesa, no creó que puedas estar toda la velada pero será divertido que me acompañes un momento. El escritor estaba más que 
complacido con los avances de su hija. 
—¿Trancy nos acompañará?, la niña estaba atenta para escuchar una respuesta.
Trancy escuchaba sonriendo, satisfecho de saber que el escritor se encontraba 
feliz con su hijita. 
—Kim es un evento de tu padre y nos hizo la invitación a ti y a mí, pero tú serás su invitada especial.
—También usted lo será Señor Davis, ya que ningún avance sería posible si no fuera por usted. Es una forma de agradecer lo que ha hecho por mi hija, de pronto se dio cuenta que no era sólo por su hija, sino el mismo ya empezaba a ver a su niña de una manera más paternal. Ya no se sentía torpe de platicar con la pequeña. 
—Corrijo, es la manera que tengo de agradecer lo que ha hecho por nosotros. Ya 
que también a mí me ha enseñado, León sonreía satisfecho. 
—Bueno en tal caso será un honor, respondió Trancy divertido usando un tono muy formal que a Kim hizo reír.
—Pues sí que has cambiado Kim, dijo Ariadna algo celosa, al sentirse relegada.
—Ahora ya sé caminar más segura y estoy aprendiendo a contar y a leer con el 
sistema braille. 
Y si sigo mejorando pronto podré ir al colegio en donde Trancy da clases con otros niños como yo, dijo Kim 
muy orgullosa de sí misma. 
—Vaya es un gran avance... La rubia no presto interés alguno en lo que la niña 
había dicho. Se levantó de su asiento despidiéndose de León y de la niña. 
A Trancy lo ignoró. Para ella el maestro era como la servidumbre, y ella era 
una mujer déspota y muy elitista. 
—Me retiro querido, nos veremos mañana en la cena. 
León se sentía muy incómodo por la conducta de la mujer, pero Trancy se encontraba muy tranquilo. 
Como si aquello no le hubiera afectado.

Al terminar la cena y como últimamente León hacía, tomó de la manita a la niña 
y Trancy iba detrás juntos hasta su recámara. 
La niña giró el picaporte de la puerta y se adentró a su recámara con cuidado 
para cambiarse y lavarse los dientes, esta rutina lo hacía por sí misma para 
desarrollar su independencia. 
—Papi te espero para que me leas. 
Si princesa, solo dame un minuto hablare con el señor Davis. 
Trancy se detuvo al escuchar que el escritor quería hablar con él. 
—Señor Davis, es por lo que sucedió en la cena, mi prometida no se despidió de 
usted y son conductas que he notado que se repiten. En este caso ofrezco una 
disculpa, Ariadna tiene ideas algo difíciles y hasta cierto punto incongruentes, y bueno... 
Trancy perciniebiendo lo incómodo que se sentía el escritor sonrió y busco con su 
mano el hombro de este y de manera conciliadora respondió, —pierda cuidado 
señor Broks yo cumplo mi trabajo y no soy muy sensible en ese caso. Así como su prometida tiene sus ideas yo también las tengo y una de las ventajas de no ver, es que no capto las formas groseras de las personas, eso me 
permite ser educado y cortés. 
León suspiro más tranquilo, —Es bueno saber que usted es una persona emocionalmente inteligente, pero aún así acepte por favor mi disculpa. 
Trancy apretando el hombro del escritor añadió, —está bien señor Brooks acepto 
sus disculpas. 
Girando para dirigirse a su habitación el instructor se alejó, mientras Kim 
llamaba a su padre para que la arropara, el escritor cada día se sorprendía de ese muchacho tan determinado y nada débil. Y eso solo lo intrigaba más y más.

En su habitación acostado el escritor pensaba en Trancy, en lo hermoso que se 
veía, en esas facciones finas. Pero de alguna manera el chico llamaba bastante 
su atención, haciendo que este quisiera experimentar cómo sería tocar aquella 
pálida piel, y que reacción tendría el joven a su trato rudo al follar. 
El escritor había observado ciertas conductas en el maestro que lo hacían sospechar, esto debido a su pensamiento y educación llena de estereotipos... Un hombre heterosexual no usaría perfumes con aromas a flores, o tendría varios peluches en su cama, así que ya se daba una idea de la orientación del maestro y podría decirse era 
más curiosidad que nada. 
Entonces según la premisa del maestro era: no ser delicado y frágil y la sola 
idea lo hizo endurecerse... León pronto sacaría su insana curiosidad y deseo que en más de una ocasión le hacían parecer adolescente urgido.

Los colores del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora