capítulo 32

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Se acercaron a los ascensores y presionó el botón, por suerte uno ya estaba en la planta baja por lo que las puertas se abrieron enseguida, Clarke entró primero y Lexa la siguió, colocándose detrás de la rubia, posó sus manos en la cadera de la ojiazul y se pegó a ella, acercó su rostro al cuello de Clarke y antes de besarlo el ascensor se paró y las puertas del ascensor se abrieron nuevamente. La rubia que había contenido el aire salió y se dirigió a la puerta de su piso, con manos temblorosas sacó las llaves de su bolso y la introdujo en su cerradura ¿por qué estaba tan nerviosa? Era como si las tornas hubiera cambiado, la primera vez que se acostaron fue Clarke la segura y Lexa la nerviosa. Abrió la puerta y entró:

- ¿quieres tomar algo?

Si embargo, Lexa cerró la puerta tras de sí y agarró a Clarke para atraerla y besarla con lascivia. La rubia pasó sus brazos detrás del cuello de Lexa y se pegó más a ella, se besaban con tanta pasión que hasta sus labios llegaron a doler, poco a poco se movieron hasta que la espalda de la rubia chocó con la pared, Lexa bajó sus besos al cuello de la ojiazul y con anheló de sentir su piel tiró de su chaqueta para quitárselo, las manos de la rubia tampoco estuvieron quietas, pues comenzaron a deshacer el nudo de su corbatin y desabrochar los primeros botones de su camisa. Ambas tenían sus respiraciones agitadas, cuando la ojiverde estuvo apunto de tirar de la cremallera de su vestido, la rubia empujó a Lexa para mirarla a los ojos, ambas estaban agitadas y rojas por los calores:

- ¿Qué pasa?

Preguntó la ojiverde antes de tragar saliva y tratar de controlar el ritmo de su respiración:

- Me aterra la idea de que solo hayas venido solo por un polvo más y que después te marches sin más.

- No, Clarke- su rostro cambió a un gesto más bulnerable y la acarició- cualquier cosa menos considerarte un objeto sexual, no sería capaz de algo así, no a ti.

Ojalá pudiese hacerlo, utilizarla, ilusionarla y después pagarle con la misma moneda, en la época de más rencor fantaseó con ello, pero ahora que la tenía tan cerca, sabía que sería incapaz de hacerlo. Clarke aferró el rostro de Lexa y juntó su frente:

- ¿por qué siento que no saldrá nada bueno de esto? No quiero sufrir más.

- Yo tampoco- abrazó a la ojiazul y trató de mirarla fijamente a los ojos- ¿quieres que pare?

Eso es lo que deseaba "querer que pare" pero realmente eso es lo que no quería:

- No.

Respondió con un susurro, separó de nuevo a Lexa, la agarró de la mano y la guió hasta su habitación, por suerte su piso era parecido al que tuvo Lexa, con la diferencia de que aparte de la cocina, salón y baño, solo tenía una habitación y carecía de un despacho, la habitación era un poco más grande que su antigua casa y tenía un buen vestidor, la cama era de matrimonio y el cabecero era de cuero color marrón oscuro. Cuando entraron a la habitación Clarke presionó la llave que encendían únicamente las lámparas que estaban a cada lado de la cama. Lexa se quitó los zapatos y observó con fascinación como la rubia se bajó la cremallera de su vestido y se lo quitó lentamente, a su vez Lexa también se quitaba prendas de ropa bajo la atenta mirada de la rubia. Clarke se percató de que la ojiverde había perdido un poco la definición de su cuerpo, pero aun así se la veía un poquito más grande y sinceramente, la seguía pareciendo increíblemente hermosa. Durante todo ese proceso no hizo falta hablar, como si estuviesen haciendo un striptease para el disfrute visual de la otra. Lexa estaba excitada y no tendría que estimularla porque ya estaba preparada para ella.

Lexa atrajo a la rubia y besó directamente su cuello, con su mano izquierda acarició uno de sus senos y bajó su mano dominante hasta acariciar su monte de venus y labios mayores. Clarke gimió, acercando una mano a su miembro y estimularlo antes de agarrar la mano que tenía Lexa sobre su sexo y la guio hasta la cama caer sobre ella. La ojiverde se posicionó entre sus piernas, apoyó las manos sobre la cama y miró durante unos segundos a los ojos de la rubia:

El precio del arte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora