Capítulo 3. Las Draconias

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—Bien, entonces ¿El plan es?

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—Bien, entonces ¿El plan es?

Refunfuñé y estuve a punto de desgarrarle la garganta a Nora. Inflé mi pecho para tomarme un tiempo y usar mi almacenamiento de paciencia que ya casi se agotaba.

—Yo ingresaré al territorio de Valfart. Estamos en uno de sus alrededores, pero si los humanos entran, o sea ustedes, morirían. Los vampiros carroñeros los olerán y no tendrán oportunidad ni si quiera de parpadear.

Escuchaba las uñas de Janis chasquear debido al miedo que todo esto le provocaba.

—Por eso nosotros esperaremos en Neusc... ¿Qué?

—Neuschönau —puse los ojos en blanco.

—Eso —dijo Janis—. Nos quedaremos ahí en espera de que Gastón regrese con Maddy.

—Yo no estoy de acuerdo con el plan —se quejó Nora—. Deberíamos de unirnos, separarnos es una mala idea —sus ojos azules intentaron intimidarme, pero conmigo perdía su tiempo—. Insisto en que debemos de acompañarte y ayudarte con Maddy.

«Ellos no, ellos no, ellos no»» me repetí mentalmente para encadenar esas ganas de asesinarla.

—Jamás —gruñí.

Nora tenía un temperamento desafiante que a mí me hacía muy difícil la tarea de contenerme. Si tan solo no fuera muy cercana a Maddy las cosas serían diferentes, su muerte sería instantánea y le quitaría en un segundo esa mirada desdeñosa que tanto me ponía cada vez que cruzábamos miradas.

Max exhaló profundo y toda mi atención la focalicé en él; a mi parecer, era el que mejor razonaba de los tres.

—Nos quedaremos. Dijiste que podría haber posibilidades de que Maddy pueda estar en el pueblo donde nos quedaremos. Janis, Nora y yo seremos turistas normales.

Ahí está lo que digo, Max reforzaba mi intuición, era el más listo y se ganaba buenos puntos conmigo.

—Al menos alguien además de mí usa la cabeza.

Eso provocó que Nora me mirara, pude notarlo.

—Yo me preocupo por Maddy, es mi mejor amiga, y para ser más claros todo esto es tu culpa, Gastón.

Ni si quiera me molesté en devolverle la mirada.

—Con la única con quien voy a discutir será con mi esposa —la miré y eso pareció removerla—. Tú no me importas.

Max carraspeó y Janis agarró a Nora de los hombros antes de que siguiera incitándome a acabar con su insignificante vida.

—Bueno, bueno, hay que apaciguarnos todos aquí. Nora —aseveró Max más para ella que para cualquiera—. Nos quedaremos y punto.

—No hay que perder más tiempo. Yo tengo que cuidar mis pasos porque me enfrento a mi hermano mayor, si se da cuenta de que hay desastres cerca sabrá que estoy aquí y no dudará en poner a Maddy de escudo.

2° El amo de la destrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora