Capítulo 7. Hechizo de control

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La sala se enfrió aún más, la tensión se podía cortar con el cuchillo más filoso, alcancé a escuchar el crujido de los nudillos de Warren por querer romper cada fibra de mi cuerpo, cosa que no podía hacer con facilidad porque conoce las consecuenc...

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La sala se enfrió aún más, la tensión se podía cortar con el cuchillo más filoso, alcancé a escuchar el crujido de los nudillos de Warren por querer romper cada fibra de mi cuerpo, cosa que no podía hacer con facilidad porque conoce las consecuencias de violar el pacto de sangre que nos unía a los cinco.

Pasó una mano entre los mechones que caían en su sienes y arqueó ambas cejas para mostrar una expresión de todo un sinvergüenza.

—No será a mí a quien tengas que detener primero, hermanito.

Ese olor a galletas invadió de un golpe mi nariz. De las maderas del techo saltó una sombra cubierta con una capa morada, aterrizó con una pierna doblada en el suelo y una lanza en mano que reflejó un brillo por la punta recién afilada. Del piso salió una fina capa de polvo que lo dio una imagen más impactante.

No podía ser verdad. El rostro de Maddy era muy diferente, tan pálido, con las cuencas de sus ojos teñidas de un rojo anormal y había desaparecido la esclerótica de sus ojos envueltos por el encanto hipnótico de Warren.

—Madeleine, querida. Y mi juguete nuevo —Warren susurró por cerca de ella.

De solo ver como se acercaba a mi mujer las paredes comenzaron a temblar. Warren miró a su alrededor muy interesado por mi reacción.

—Debí dejar que esa bruja acabara contigo —bramé, arrepentido por haber matado a Cebrina. Tal vez ella me hubiese hecho un favor deshaciéndose de mi hermano sin yo tener que cargar con el castigo que eso conllevaba.

—Lo que debiste hacer es no haber interferido con mi destino.

Apenas di un paso al frente, Maddy me apuntó con su filosa lanza. Me detuve, su mirada parecía no enfocar un objetivo, pero sabía exactamente a donde dirigirse. Sus ojos me comprimían el estómago, era mi maldita culpa de que ella estuviese pasando por algo tan ruin.

—Ojo por ojo, hermanito. En un mes logré que Maddy fuera aceptada por esas desgraciadas asesinas para ser mi espía y, cuando la llamo como un sabueso faldero viene a mí.

Puto infeliz.

—Te voy a matar, Warren.

Maddy tomó una posición de ataque cuando pronuncié esas palabras. Warren sonrió como si fuera un padre orgulloso de su creación.

El bastardo la tenía totalmente controlada, manejaba los hilos a su antojo para que Maddy reaccionara con él quería.

—Tendrás que luchar contra tu propia mujer... digo, exmujer, porque ahora ella me pertenece.

Eso fue suficiente para atacar. Maddy colocó su lanza de manera horizontal para bloquearme y pese a que usé una fuerza moderada ella logró detenerme, mandándome al otro lado de la habitación.

—Mátalo.

La voz de Warren dio la orden y Maddy reaccionó de un saltó con la lanza directo a mi pecho. La esquivé para tomarla por los brazos y someterla. Sus ojos completamente oscuros conectaron conmigo cuando vi un destello de su verdadero color.

2° El amo de la destrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora