Capítulo 26. Nuevo Vampiro

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Salí volando cuando Max me empujó con una fuerza sobrenatural impresionante que los cuchillos se me fueron de las manos al azotar en el suelo

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Salí volando cuando Max me empujó con una fuerza sobrenatural impresionante que los cuchillos se me fueron de las manos al azotar en el suelo. A lo lejos, más allá de mi hermano convertido en un despiadado vampiro, pude distinguir a Gastón contra ese maldito vampiro de melena blanca.

Barbany.

Mis ojos se abrieron de la impresión y de nuevo las palabras de Gastón me atacaron:

«Si no hay cadáver que lo confirme no puedes darlo por hecho.»

Me taladraron la cabeza como si quisieran terminar de matarme. Max estaba hecho una furia y convertido en vampiro. Esa era la realidad. Por un momento creí que terminaría vomitando del coraje, Barnaby Le Revna le hizo esta calamidad a mi hermano.

Lo consiguió.

Max volvió a atacarme, pero me moví rápido. Nuestros movimientos eran como si los hubiésemos ensayado para no dejar tocarnos, él lanzaba sus garras ¡Joder! ¡Garras! Y yo las esquivaba con maestría.

Alcanzó a sujetarme de la sudadera para volver a golpearme contra el suelo. Estaba sobre mí, rugiendo y amenazando con esos enormes y alargados colmillos.

Torcí su cabeza sin miedo y doblé su abdomen con mi rodilla para quitármelo de encima. Mi corazón acelerado me inyectó la adrenalina que necesitaba para luchar.

No, mi hermano no.

Mis ojos escocían y mi pecho quemaba. Max... oh, Max ¿Por qué?

Me estiré lo suficiente para tomar uno de los cuchillos y tener con que defenderme de la aplastante fuerza sobrehumana de Max; su velocidad era casi imperceptible y sin ningún ápice por detenerse, estaba dispuesto a matarme.

Con todo el dolor instalado en mi pecho logré abrirle un antebrazo y rugió con más fuerza, totalmente descontrolado, era un vampiro recién convertido, un monstruo imparable, si los veteranos eran peligrosos, los novatos eran aún más, impulsivos e imprudentes por la sed de sangre, letales e imposible de detenerlos en sus ataques si no tenías experiencia.

Por suerte, mi instinto de Draconia había sido activado y sabía cómo lidiar con vampiros, sin ningún problema agarré el otro cuchillo. Esto era yo, mi herencia maldita, siempre fui una asesina de vampiros. Mi sangre era mucho más valiosa y jugosa que la de un ser humano promedio.

En cuanto vi las intenciones de Janis y Nora por ayudarme, levanté mi mano para detenerlas, lo que menos quería era que algunas de ellas—o las dos en el peor de los casos—saliera lastimada, asesinada o convertida en otro monstruo.

Max me acorraló, era incapaz de reconocerme, solo era guiado por su sed y su nueva naturaleza como un ser inmortal deseoso por beber sangre. Joder, mi corazón estaba por estallar de la gran tristeza e impotencia de verlo así, ya no era mi hermano.

Estaba destrozada, era como un espejo que había sido quebrado en mil pedazos con un mazo.

—Max... —susurré en un gemido trémulo.

Solté los dos cuchillos que se escandalizaron al aterrizar en el suelo, Max me miraba con una furia implacable, sus ojos ardían en un intenso instinto por matar. Lo miré de frente, tenía que haber una solución para él, que no fuera un vampiro incapaz de ser consciente de su alrededor.

Max atacó y yo di un brinco, pegué mi bota al pretil y me impulsé lo suficiente para llegar sobre sus hombros y pasar mi cuerpo por encima para caer sobre su espalda. Solté un grito desesperado por detenerlo, así que no dudé en usar toda mi fuerza como asesina y azotar su cabeza en el pretil un sinfín de veces hasta saber que lo había dejado noqueado.

El cuerpo de mi hermano emanaba frío. No pude soportarlo y el llanto me dominó. Tapé mi boca con una mano para amortiguar mis sollozos, ver a Max quieto por mi culpa me hizo sentir un dolor inimaginable, no tenía nombre para lo que estaba sintiendo.

Janis y Nora gritaban de horror al ser testigos de lo que hice. Giré mi cabeza y encontré a Gastón destrozando las extremidades superiores de Barbany. La imagen me perturbó. Gastón no se contuvo y quiso más, su hermano todavía se sacudía por las ganas de quitarse de encima a Gastón, pero mi esposo fue a su cuello, el desgarre fue audible y espantoso.

La cabeza salió volando y el cuerpo de Barnaby cayó al suelo. Tieso y sin ningún movimiento más. Hilos negros flotaban en el aire, venían del cuerpo destrozado de Barbany y de pronto todo explotó para dejarnos en una calma siniestra y fría.

No pude evitarlo, solté el llanto y caía al suelo de rodillas. Esto no iba a acabar nunca, ahora Max estaba metido en todo este mundo, de alguna manera su vida había acabado, al menos como humano.

¡Carajo!

Dejé escapar un grito lleno de impotencia que me provocó un dolor vibrante en toda la laringe. Imposible de ser consolada. De pronto sentí el frío familiar que me ayudó a ponerme de pie y me rodeó con sus brazos para sostenerme porque yo no podía hacerlo por mi cuenta.

—Fue demasiado tarde para detenerlo —la voz ronca de Gastón perforó mi pecho, era una manera de decirme que no había vuelta atrás—. Perdóname, Maddy, lo intenté.

Lo abracé, sé que así fue.

—¿Qué pasará con Max?

No podía pensar en otra cosa que no fuera su futuro, mi hermano no podía acabar de esta manera.

—Lo solucionaré.

—¿Cómo?

—Barbany lo mordió para convertirlo y ponerlo en nuestra contra, pero él ya está muerto —acarició mi coronilla con mucha paciencia, movimientos largos y constantes funcionaban para tratar de calmar el agujero de mi pecho—. Me pertenece y voy a lograr que funcione.

Miré a Gastón sin dejar de parpadear, patidifusa por sus palabras.

—¿Qué dices?

—Haré de Max un vampiro funcional.

—Haré de Max un vampiro funcional

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¿Tenemos vampiro nuevo?

¿Hubiera preferido que Janis o Nora fueran vampiresas?

Yo creo que Max podría tener lo que se necesita para ser un vampiro

2° El amo de la destrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora