1. El reencuentro

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Cesar entró abruptamente en el camerino de Victoria donde ella se encontraba retocándose para empezar la actuación de la obra de teatro de los amantes perfectos.

Victoria que estaba sentada frente al tocador al divisar la presencia de César a través del espejo se puso de pie rápidamente al tiempo que se giraba para quedar viéndolo al frente.

V: César, ¿Qué estás haciendo aquí?¿por qué entras así en mi camerino?¿quien te crees que eres?

César no dijo ni una palabra, sin mostrar ninguna expresión en su rostro, puso el seguro a la puerta ya pasos agigantados se acercó a Victoria hasta tenerla tan cerca que sus respiraciones se unieron.

V: César que demonios...

No pudo terminar su frase cuando se encontró de repente siendo devorada por los labios hambrientos de César. Victoria no tuvo tiempo a reaccionar cuando las manos de César ya estaban atrapando sus nalgas y apretándola contra su cuerpo y sin poder evitarlo se entregó rendida al deseo que sentía por ese hombre. El beso fue subiendo de intensidad, las lenguas se encontraban y se entrelazaban de una forma exquisita, ninguno de los dos razonaba en ese momento, Victoria se aferro a los hombros de César cuando empezó a notar que sus piernas no podían seguir sujetando su peso. Por su parte César bajó un poco más sus manos y con un impulso la alzó, haciendo que ella enrollase las piernas alrededor de su cintura ajustando mas la cercanía de sus sexos,

V: (en un gemido) ¡César!

C: Victoria, te amo, te necesito.

Automáticamente volvieron a unir sus bocas en un beso desesperado mientras César inicia el rumbo hacia el tocador. Sentó a Victoria allí, se posicionó entre sus piernas y comenzó con un movimiento de caderas que no hacia más que rozar sus sexos por encima de la ropa.

El ambiente empezó a calentarse rápidamente, en aquella pequeña habitación solo se escuchaba la respiración agitada de ambos y el sonido que hacían sus bocas, cada vez en movimientos mas desesperados, como si los labios del otro fuesen agua en el desierto y ellos estuviesen muertos de sed.

En un momento César abandonó los labios de Victoria para empezar un trayecto por su cuello, lo que hizo que Victoria empezase a respirar emitiendo pequeños gemidos que lo único que hacían era alentar mas a César que estaba ya loco por comerse entera a esa morena de ojos verdes que lo tenia. enamorado hasta la ultima cana de su barba.

Cuando César deslizó sus manos al botón del pantalón de Victoria y lo desabrochó, un golpe en la puerta les hizo volver a la realidad haciendo que Victoria de un empujón apartase a César y poniéndose en pie como un resorte, se abrochó rápidamente el botón de su pantalón.

La puerta volvió a sonar y una voz suena desde fuera.

X:¿Señora Victoria?

Victoria haciendo su mayor esfuerzo para que su respiración no se notase agitada logró contestar.

V: Si!

X: En diez minutos empieza la función, todos deben estar entre bambalinas.

V: Gracias, enseguida salgo.

Victoria y César cruzaron sus miradas, ninguno de los dos tenia palabras para lo que hacia un momento acababa de suceder allí. Hasta que Victoria rompió el silencio.

V: César ¿Qué demonios acaba de suceder aquí? ¿Crees que puedes aparecer después de cuatro años de silencio y hacer lo que se te pegue la gana?

C: Hace un momento no vi que te opusieras mucho a lo que estaba pasando, mas bien se podría decir que lo estabas disfrutando bastante.

Victoria sin decir un palabra se acercó a César y le propinó una sonora cachetada que hizo que rápidamente éste tuviera que llevarse la mano a la cara.

C: Veo que a pesar del tiempo sigues siendo la fiera.

V: César no me provoques y lárgate de mi camerino, no quiero volver a verte cerca.

Sin mas palabras Victoria giró sobre sus talones y entró en el baño de su camerino cerrando la puerta con seguro tras ella.

Se miró al espejo un instante, aún tenia las mejillas rosadas por el momento de excitación que había tenido, el pelo revuelto y ni rastro del labial.

V: (susurró para sus adentros)Cabrón!, ¿Cómo se atreve?

Tomó el cepillo del pelo en sus manos y comenzó a colocarse el cabello, después pasó sus dedos por sus labios hinchados por los besos de César... y realmente a quien quería engañar, le había encantado volver a sentirse deseada en los brazos de ese hombre, era el único que conseguía hacerla senti rasí. Respiró profundo, volvió a ponerse el labial y salió a pasos apresurados para situarse entre bambalinas y esperar a su turno en la función.

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