35. Novios

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César estaba sentado en el borde la cama con Victoria de pie entre sus piernas, llevaba puesto un conjunto de lencería muy sexy y él babeaba deleitando su vista en aquel cuerpo que tanto deseaba.

C: ¿Y esto?

V: Como agradecimiento por la cena de hoy.

C: ¿Este es el que te habías comprado para mi vuelta?

V: El mismo.

C: Esta hermoso, y en tu cuerpo se ve...

Las manos de César se subieron por las piernas desnudas de Victoria y bordearon la cintura de la braguita que era lo que quedaba a su altura en esa posición. La tomó de las nalgas y la acercó a su rostro para poder besarle el vientre.

V: ¿Me queda?

C: Te queda mi amor, aunque lamento comunicarte que será por poco tiempo que lo tengas puesto.

Victoria se sentó a horcajadas sobre él y pronto las manos masculinas subieron por su espalda erizándole la piel hasta que encontraron el broche del sostén, se deshizo de él mientras besaba el inicio de sus senos. Pronto la prenda cayo al suelo y la boca masculina disfrutó del sabor de ambos pezones, primero uno y después el otro mientras Victoria le desordenaba el pelo con ambas manos. Se apartó un poco y los miró detenidamente mientras pasaba sus dedos por las marcas que seguramente le había dejado durante el encuentro que habían tenido en el sofá esa mañana.

V: ¿Qué pasa?

C: Te marqué.

V: Ya vi, eres un salvaje.

C: Tú me vuelves salvaje.

V: ¿Yo?

C: Tu cuerpo.

Se levantó con ella en brazos y la recostó en la cama, cayendo él sobre ella para iniciar un sendero de besos desde el cuello hasta el inicio de la única prenda que le quedaba en el cuerpo. Acaricio aquella pequeña prenda por encima de su intimidad.

C: Están bonitas y son suaves.

Victoria rio pero no tenia muy claro si era producto de la excitación o si realmente le había causado gracia el comentario de César.

Las agarró por la cintura e inmediatamente ella alzó sus caderas para ayudar a deshacerse de ellas, César rio ante el gesto desesperado femenino por librarse de aquella prenda.

V: ¿De qué te ríes?

C: De nada mi amor, me encanta cuando estas así.

V: Así ¿Cómo?

C: Así tan entregada... caliente... excitada, me gusta como tu cuerpo reacciona a mis toques.

V: Eso es porque sabes lo que haces.

Con la platica las bragas habían ido al piso y ahora César subía con sus labios por las piernas de ella.

C: Me halagas amor

V: Es la verda...aahhd.

La boca de César ya había asaltado su intimidad y ahora chupeteaba y mordía sus pliegues haciéndola retorcerse de placer. Después de un rato haciéndola balbucear palabras sin sentido pero todas claramente eróticas, el deseo de César estaba multiplicado y su boca comenzó un viaje hasta su boca, besando el vientre, deteniéndose primero en cada uno de sus senos y por último recorriendo su cuello, hasta llegar a aquella cavidad. que le dejaba completamente libre acceso a su lengua. El beso era caliente simulaban el acto sexual con sus lenguas, era un beso que de prolongarse mucho en el tiempo de seguro podría llevarlos a la cima sin falta de unir sus intimidades.

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