39. Contigo

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Victoria entraba en la cocina en albornoz y con el pelo mojado, la sesión de sexo no había terminado en la cama, la ducha también había sido testigo momentos después de lo mucho que César seguía deseando el cuerpo de Victoria. Ella se había quedado más tiempo disfrutando del chorro de agua sobre su cuerpo.

Se acercó a César por detrás y se abrazó a él recostando su cabeza en la espalda desnuda.

V: Amor hace frio

C: Sabes que no soy de pijama.

V: Pero eres una tentación andando desnudo por la casa.

C: No estoy desnudo, llevo bóxer.

V: Te imaginas que yo me pasease en ropa interior.

César se dio la vuelta y se apoyo en el mueble de la cocina, la recorrió de pies a cabeza con la mirada sonriendo de medio lado mientras alzaba sus cejas y la agarró de la cintura para pegarla a su cuerpo.

C: Eso seria muy cruel de tu parte porque aquí mi amigo se la pasaría despierto.

El escote del albornoz de Victoria dejaba ver claramente el inicio de sus senos y la falta de ropa interior allí debajo y la mirada de César no pasó ese detalle por alto.

C: Y querría enterrar todo el tiempo en un lugar secreto que hay por aquí...

La mano masculina se coló bajo la tela del albornoz y acarició la parte íntima de Victoria, ella lo detuvo.

V: César... lo hemos hecho tres veces esta mañana.

Se apartó y sentó a la mesa.

C: Pues no me provoca o serán cuatro.

La morena aparentemente negando con la cabeza en expresión divertida.

V: ¿Hay café?

C: Si amor

V: ¿Me sirves?

Le sirvió una taza de café y le regalo un beso detrás de la oreja, después se sentó con ella.

C: ¿Me acompañas a foro?

V: César no tengo ganas de ver a...

C: Anda mujer, acompáñame ¿si? (finciendo un puchero)

V: Esta bien, te acompaña pero solo porque tengo cosas que hacer y me queda de paso.



Estaban en el aparcamiento aun dentro del auto.

V: Que no quiero entrar César.

C: Anda morenita por favor.

V: Que no César, ya te acompañé hasta aquí. Ahora dame un beso que me voy.

C: Te doy el beso si me acompañas hasta mi camerino.

V: Esta bien, pues no me lo des. Nos vemos en la noche.

Victoria se bajó del auto y en ese mismo momento los ojos de César divisaron como Patricia se bajaba también del suyo, aparcado un par de plazas más adelante. Sin poder evitarlo las mujeres cruzaron miradas y él fue testigo de ello.

Se bajo rápidamente y ante la atenta mirada de Patricia tomó a Victoria contra su cuerpo y el beso vorazmente. Después de unos segundos la mujer iba a terminar el beso pero él lo intensificó tomándola de la nuca. Terminaron obligados por la falta de aire.

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