32 Llamadas

346 36 11
                                    



Horas más tarde el celular de Victoria sonaba.


V: ¿Bueno?

C: Hola mi amor.

V: ¿Ya llegaron?

C: Si, ya estamos en la casa con mi mama.

V: Que bueno y ¿Cómo está ella?

C: Esta bien, muy feliz de tenernos aquí. ¿Y tú, qué haces?

V: Estoy en tu casa recogiendo algunas cosas para irme a mi departamento.

C: Sabes que te puedes quedar ahí.

V: Si amor pero mañana vienen los niños a pasar unos días y además ya abandoné mucho a mis perritos.

C: Cuando decidas quedarte de seguido en casa puedes traer tus perritos.

V: ¿Es una invitación?

C: Sabe que estoy deseando tenerte todos los días, dormirme pegadito a tu piel y despertar con tus piernas envueltas en las mías todas las mañanas.

V: Te amo, quiero que vuelvas ya.

C: Ya verás que va a pasar rápido mi vida, te voy a llamar todos los días.


" Papá la cena está lista" se escuchó de fondo.


C: Mi amor te tengo que dejar, me llaman a cenar.

V: Dale un beso a tu niña ya tu mamá de mi parte.

C: ¿Y para mí?

V: Para ti muchos besitos mi amor.

C: Mmm... ¿Dónde me regalas amor?

V: Por todas partes.

C: Un besotote mi vida, te amo.

V: Beso amor, bye. Te amo.


Esa noche Victoria decidió pasarla en la casa, respirando el aroma de César que aun conservaba la almohada, se durmió con una sonrisa en los labios pensando en él.


En la mañana siguiente de camino al departamento decidió pararse a tomar un café sin esperarse lo que el destino tenia preparado para ella. Según avanzaba por la cafetería le pareció ver una cara conocida pero no deseada en una mesa cercana. Se sentó en la primera mesa que encontró rezando para que aquella persona no la hubiera visto pero pronto una voz retumbó a su lado.

X:Victoria

Giró lentamente su cabeza suplicando que no fuese quien ella creía.

X: ¿Te acuerdas de mi?

¿Qué si se acordaba? Se acordaba perfectamente y si matar a alguien no tuviese pena de cárcel en ese momento estaría más que muerta. Quiso hacerse la interesante y disimuló como pudo.

V: ¡Ay! Si, pero perdona que no recuerde tu nombre.

X: Patricia

La pronunciación de ese nombre retumba en su cabeza como mil cuchillos clavándose a la vez.

V: Es verdad, Patricia. ¿Cómo estás?

P: Muy bien ¿tú?

V: Bien, gracias.

P: Nunca te había visto por aquí.

V: Es la primera vez que vengo.

P: ¿Y César?

Nuestro presenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora