Capítulo 6: Guardián

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Joel no podía creer que Elliot estuviera dándole órdenes serias otra vez solo para permanecer más tiempo en aquél lugar después de que claramente había pasado algo que debería al menos parecerle sospechoso.

¿Es en serio?

No tuvo réplica por parte del menor, puesto que este se limitó a volver a acomodarse entre las mantas para retomar la siesta que se interrumpió antes.

Elliot, responde —exigió el demonio, aproximándose de nuevo y tomándole del hombro— ¿De verdad quieres permanecer aquí ahora? ¿Por qué? Tienes las mejillas húmedas, no creas que no lo noté, eso significa que lloraste antes así que al menos dime  por qué quieres quedarte.

Una mirada llena de frialdad fue lo que recibió en respuesta, haciéndolo estremecerse de nuevo. La última vez que Elliot lo miró de ese modo fue la vez que se enteró de que le había puesto el embrujo a Ezra ¿Sus preguntas de ahora podían compararse con eso? Chasqueó la lengua, irritado y se alejó.

Bien... Te dejaré solo entonces.

No tenía sentido seguir discutiendo con alguien que parecía no prestarle atención por ahora. Regresó las cosas que había guardado a su lugar y luego salió de la cueva, intentando no ponerse nervioso cuando volvió a notar los rastros de energía divina en todo el lugar. En ese punto no tenía idea de si le preocupaba más la actitud del brujo o el hecho de que pareciera decidido a quedarse en ese campamento por un tiempo indefinido en lugar de seguir avanzando.

Permaneció sentado en una roca por una hora aproximadamente, debatiéndose sobre lo que debería hacer para convencer a Elliot de continuar sin tener que mencionarle sus preocupaciones respecto a la energía de ese lugar, porque era obvio que el contrario no lo entendería.

"Después de todo, es un humano..."

Desde que había descubierto sus sentimientos por el menor, Joel se dió cuenta de que a veces se olvidaba de las diferencias entre sus razas. Elliot era frágil, crédulo y obstinado, alguien que llevaba menos de dos décadas en el mundo y que actuaba con base en las pocas experiencias que había reunido en ese tiempo. Ni siquiera era cien por ciento maduro para los estándares humanos, así que no podía exigirle cambiar su comportamiento sin motivos válidos y tampoco podía esperar que lo comprendiera a él, un incubo, con una naturaleza opuesta a la suya y con más de seis mil años de existencia.

Reflexionándolo así, incluso su enamoramiento sonaba ridículo.

Tenían una percepción contraria de muchas cosas, ya fuera por su carácter o su raza, y lo que había ocurrido ese día era solo una de estas diferencias: Joel notaba peligro en la energía que sentía; su cuerpo rechazaba permanecer en ese lugar, sobretodo porque aún no se recuperaba de las heridas de los sellos y deseaba apartarse de ahí tan rápido como fuera posible. Elliot, por el contrario, percibía la energía divina como algo que lo llenaba de calma, le ayudaba a sobrellevar la angustia y le proporcionaba un lugar seguro.

Estaba sumido en esos pensamientos cuando un crujido en el bosque llamó su atención, haciendo que se pusiera en pié rápidamente. No veía a nadie, pero otro crujido confirmó que no estaba solo; se encaminó a la entrada de la cueva y miró al interior para asegurarse de que el brujo siguiera descansando. Luego volvió a revisar los alrededores hasta que, de nuevo, sus sentidos le indicaron que estaba aumentando la energía santa de ese lugar ¿Por qué? La respuesta le llegó en pocos segundos, al observar a lo lejos un traje blanco.

Mierda...

Entonces sus sospechas eran ciertas. Corrió en dirección hacia aquella mancha blanca, que destacaba incluso en el paisaje nevado, pero el sujeto en cuestión fue mucho más rápido que él y se escabulló entre los árboles. Joel persiguió la figura por algunos segundos más pero pronto se dio cuenta de que la había perdido, pues en cualquier dirección en la que miraba no veía nada más que troncos y nieve acumulada en el suelo.

Tu alma es mía: JuramentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora