Capítulo 7: Frío

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Antes de que Joel se diera cuenta, se volvió habitual que Elliot caminara en círculos por el bosque para despejarse. Si bien, el demonio entendía perfectamente de dónde venía la calma del brujo, detestaba la idea de saber que esa guardián estaba por ahí cerca, observando cada movimiento de ambos y planeando el momento oportuno para tratar de sacarlo del camino ¿Por qué aparecía hasta ahora?

A juzgar por la reaccion de la rubia cuando le había planteado la misma pregunta, podía suponer que la situación estuvo fuera de sus manos desde un comienzo pero eso no justificaba el hecho de que aún fuera guardiana si su descuido había sido tal. No entendía las normas del cielo y no estaba dispuesto a dialogar con ella para comprenderlas mejor, de hecho, prefería mantenerse lo más alejado posible... Y tratar de arrastrar a Elliot con él; no iba a negar que le alegraba verlo mejor, caminando y comiendo por su cuenta, paseando o leyendo... Pero no estaba seguro de que estuviera permitido sanar así a un humano que estaba en compañía de un demonio como él.

Las manos de Elliot estaban aún más oscuras que antes, clara señal de que su vinculo de amo y familiar era más fuerte luego de salvarle la vida así y, además, por el enamoramiento del incubo... ¿el cielo intentaría salvar esa alma cuando prácticamente estaba perdida?

Esos pensamientos dieron vueltas en su cabeza por días, incluso cuando la presencia divina de la guardián se esfumó momentáneamente. El tiempo para él estaba corriendo, en más de un sentido, necesitaba convencer a Elliot de marcharse, debían perderle la pista a esa mujer y, además, tenía que pensar en como extender el plazo que la reina Lilith le dió para romper el contrato, pues la fecha de término estaba cada vez más próxima y él ni siquiera le había mencionado a Elliot la posibilidad de acabar con su lazo desde que regresó de Lagneia aquella vez. De hecho, la idea de dejarlo ahora le causaba dolor de estómago.

Estás muy delgado... —Las palabras del brujo cortaron el silencio de la tarde.

Aunque Elliot seguía algo molesto por el actuar tan misterioso de Joel luego de su recuperación y su insistencia en marcharse de ese lugar, estaba tratando de mostrarse agradecido con él dejando el mal carácter de lado; después de todo, el incubo lo atendió mientras estuvo lastimado, lo alimentó y lo protegió con el mismo esmero de siempre.

No sería justo de su parte seguir enfadado, sobre todo ahora cuando, mirándolo de reojo, se dió cuenta de que la apariencia física de Joel estaba deteriorada, algo pálida y desgarbada, al grado en que parecía incluso unos años mayor.

Estoy bien —el mayor respondió con brevedad y siguió quitándole las plumas a un ave que había atrapado para cocinarla.

No has "comido" nada desde que nos fuimos de la cabaña ese día ¿Verdad? —Elliot insistió—. Eso es mucho tiempo...

Antes de que Joel pudiera responder cualquier cosa, el brujo se acercó hasta él y le tomó del rostro para, justo después, darle un beso largo y suave. El demonio sintió que su corazón se detuvo por un segundo previo a comenzar a palpitar el triple de rápido ¿Iba a pasar lo que él creía? Antes estuvo limitándose por las heridas graves de Elliot, pero ahora que estas habían desaparecido no había nada que se interpusiera entre su deseo por el menor y la necesidad de poseerlo, aunque fuera un poco, para empaparse de su energía y de paso quedarse con ese sabor tan dulce que le gustaba de él.

Llevó las manos a la nuca contraria para jalarlo un poco y hacerlo sentarse en su regazo, incrementando el ritmo del beso, apenas lo suficiente para que uno que otro jadeo ocasional se le escapara a alguno de los dos. Sin embargo, el placer pronto se rompió, pues los labios de Elliot dejaron de rozarse contra los suyos, sus manos dejaron de tocarlo y todo su cuerpo volvió a marcar distancias con él. Se miraron a los ojos por un instante, ambos con las mejillas sonrosadas y con la respiración entrecortada por el furor del momento, haciendo que el incubo se diera cuenta en esos pocos segundos de que Elliot parecía haber disfrutado los besos tanto como él.

Tu alma es mía: JuramentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora