Capítulo 15: Cacería

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Los gritos de aquella mujer eran tan fuertes que casi podía sentirse como si hicieran temblar la tierra; la desesperación impregnaba cada lamento de una forma tal que causarían que hasta el más valiente se estremeciera. Eran inhumanos.

Pese a sonar cerca del área donde se encontraban Elliot y Joel, ninguno de los dos pudo identificar quién o qué producía aquellos gritos, como si vinieran de todas partes y de ninguna al mismo tiempo. El brujo sintió que el miedo se esparcía por su cuerpo ante la probabilidad de que alguna alucinación le atormentara de pronto, tal cual había sucedido antes; creía que en cualquier momento otro cadáver le caería encima, o que tal vez alguna criatura iría tras él, emergiendo desde algún punto ciego.

La expectativa subió hasta que la tensión era casi insoportable pues, en cuestión de segundos, el entorno quedó en un total silencio.

...¿Y si alguien más se perdió aquí? —susurró Elliot.

No creo que haya ningún otro ser vivo aquí cerca... Lo habría notado —respondió el demonio, apretando la mandíbula ante la creciente ansiedad que experimentaban sus instintos.

Tal vez tus sentidos están fallando...

Joel notó cierto tono de burla en aquella afirmación y sintió que su sangre hervía ¿Ese humano se atrevía a reirse de él incluso ahora? Levantó las garras de nuevo, tentado a cortarlo por la mitad de un solo zarpazo, pero se detuvo antes de rozarlo siquiera. La cara de Elliot (quien no se había dado cuenta de sus intenciones) estaba marcada por una mueca de temor... Uno que no combinaba para nada con la posibilidad de que se estuviera burlando ¿Lo había escuchado mal?

¿Por qué te ríes de mí? —inquirió Joel, aún molesto pero intentando por todos los medios hacer uso de razón.

¿Perdón? —El brujo se giró, confundido—. Yo no me estoy riendo.

Su expresión se mantuvo como antes, temerosa y atenta a cualquier sonido ajeno a la voz del demonio, pero este último escuchó lo opuesto, pues esas cinco simples palabras estaban cargadas de risitas contenidas. Seguro estaba alucinando.

Negó con la cabeza, intentando dejar pasar la situación pero sin tener éxito, después de todo, las risas contenidas del brujo pronto se convirtieron en carcajadas. Joel no podía tolerarlo... Sus sentimientos se encontraron, impidiéndole una reacción acertiva. Por un lado, sus viejas quejas respecto a reducirse a ser solo un sirviente volvieron a ganar terreno en su cerebro: quería demostrarle a ese humano las razones por las que no debería burlarse de un demonio; pero, por el otro lado, se negaba a desquitarse con Elliot porque una parte de él estaba consciente de que esas carcajadas no eran suyas, aunque podría jurar que veía su boca abrirse y cerrarse con cada una.

El brujo, por su parte, intentaba decidir si era más prudente prestar atención a su entorno o al demonio que estaba junto a él. Aunque la idea de que algo monstruoso saltara da la nada para atacarlos seguía aferrada a sus pensamientos, su instinto de supervivencia estaba empezando a alertarlo de que el verdadero peligro estaba a su lado. Su familiar estaba diferente: sus manos ya no mostraban ningún signo humano, el aguijón venenoso a sus espaldas tampoco había vuelto a desaparecer, sus ojos estaban negros y su rostro ya no era tan atractivo como de costumbre, de hecho, empezaba a parecerse cada vez menos a una cara humana.

T...tus dientes —tartamudeó—... están diferentes.

La boca que normalmente esbozaba sonrisas coquetas o despreocupadas había adquirido un largo extraño y estaba empezando trozarse por los costados, dejando los colmillos del mayor al descubierto, como si la mandibula del demonio fuera ahora similar a la de un reptil.

Tu alma es mía: JuramentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora