Elliot tragó saliva mientras retrocedía despacio, intentando marcar distancia de aquella mirada sin acercarse demasiado al demonio inconsciente, pues ninguno de los dos le transmitía seguridad. No tenía idea de si esa parte del bosque era igual de peligrosa que la zona que acababa de abandonar, pero no estaba dispuesto a descubrirlo en ese momento.
Los ojos dorados siguieron cada uno de sus movimientos desde el mismo lugar, ocultos entre la maleza, pero no hicieron ademán de acercarse al brujo, ni siquiera cuando este se tropezó con una piedra cercana y cayó de espaldas, agregando un nuevo golpe a la cuenta de esa última hora. Elliot se incorporó tan rápido como pudo, continuando su andar en reversa hasta que escuchó una voz a sus espaldas, aguda y rasposa, como de una anciana.
—Este humano huele raro, Usha.
La sorpresa casi hizo que Elliot volviera a caerse, pero logro estabilizar sus pasos a tiempo para descubrir otros ojos, igual dorados, flotando frente a él sin un cuerpo al que pertenecieran, o al menos no uno visible.
—Huele a maldad, Osha —dijo una segunda voz, igual de rasposa, hablándole a la primera desde los arbustos que el brujo inicialmente trataba de evitar.
—Creo que se le pego el olor de este de aquí, Isha —agregó una tercera voz desde el lado izquierdo de Elliot, cerca de donde Joel continuaba tirado, inconsciente—. Es un aroma del infierno.
Los tres pares de ojos siguieron florando en torno a los viajeros perdidos, observándolos con curiosidad y con cierto recelo, como si estuvieran preparándose para atacar en caso de que cualquiera de los dos intrusos tratara de hacer algo poco prudente. Elliot intentaba no perderlos de vista, pero era difícil concentrarse en los tres pares al mismo tiempo porque cada uno rondaba por espacios y alturas diferentes; la espectativa y la adrenalina de momentos atrás aún no abandonaban su sistema, así que hizo un acopio de valor para pararse derecho y hablar con un tono autoritario, tratando de llamar la atención de esas cosas que ahora conversaban entre sí como si nada.
—¿Quiénes son ustedes? ¿Qué están haciendo en este lugar?
Los ojos flotantes dejaron de danzar por el aire y volvieron a quedarse quietos, mirándose unos a otros y luego al brujo.
—El humano no nos puso atención. No escuchó que nos llamamos Isha, Osha y Usha.
—No —corrigió otra voz—, nos llamamos Usha, Isha y Osha
—Somos Osha, Isha y Usha —gruñó la tercera con fastidio—. Este humano con su mala energía no nos conoce y aún asi viene a meterse en nuestro bosque ¿Por qué diablos sigue vivo?
—Es porque huele raro, yo se los dije —afirmó el par de ojos de nombre "Osha"—. No es solo el aroma del incubo, tiene otro aroma...
Elliot, que estaba empezando a cansarse de que hablaran de él como si no estuviera ahí, volvió a alzar la voz para llamar la atención de esos seres desconocidos.
—¡Quiero verlas! Si dicen ser las dueñas de este bosque entonces no tendrían por qué oponerse a mostrar la cara.
Su propio coraje lo sorprendió, casi habría jurado que la voz le iba a temblar o que las palabras se quedarían atoradas en su boca; afortunadamente no fue así. Los tres pares de ojos se quedaron quietos unos segundos, reflexionando si hacer caso o no a la petición del joven, pero luego de algunos segundos una de las voces rasposas volvió a cortar el silencio entre todo ese grupo.
—Ya sé por qué el humano huele así. —Mientras hablaba, el resto de su cuerpo dejó la invisibilidad de antes y comenzó a revelarse ante Elliot.
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Tu alma es mía: Juramento
FantasyEl pueblo de Myr se quedó atrás, pero los problemas siguen a Elliot y Joel mientras ambos intentan encontrar un nuevo lugar donde vivir. Con Lagneia bajo amenaza y Elliot intentando recuperar una parte perdida de su pasado, Bitru tendrá que decidir...