Capítulo 18: Favor

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El pánico de la cacería previa lo invadió de nuevo, haciendo que retrocediera de forma instantánea para tomar más distancia de él, como si temiera que todo lo acontecido fuera a repetirse en cuanto el mayor se levantara. Sin embargo, el ataque nunca llegó, en vez de eso, el incubo se  quedó inmóvil.

Elliot...

La voz de Joel llamó la atención de las tres ancianas, que hasta entonces se dieron cuenta de que el nombrado se cambió de lugar.

¡Mira Isha! El humano ya se va. Parece que le tiene miedo al incubo.

¿Miedo? Agh... ¿Por qué carajo me tendría miedo? —Joel se sentó y se acarició la cabeza, adolorido—. Para empezar ¿Quiénes son ustedes? ¿Dónde estamos?

Seguimos en el bosque negro —respondió el brujo, sin dirigirle la mirada.

Y nosotras somos las brujas enanas —afirmó Usha, sobrevolando curiosa alrededor de la cabeza del incubo—. Tú apestas. Haces que nuestro bosque huela mal. Hueles a infierno.

Joel la observó furioso; estaba más que tentado a lanzarle una bola de fuego a la cara por semejante ofensa, pero se sentía muy débil y cansado como para siquiera intentarlo. En su lugar, estiró una mano para arrancar las hojas gruesas de una planta cercana, cubriéndose con ellas la cadera para no seguir desnudo, pues sospechaba que no podría materializar un pantalón aunque quisiera.

Tal vez el demonio necesita ropa ¿Verdad Isha? No quiere que lo vean.

Eso es ilógico, Osha, es un incubo ¿Recuerdas? Comen a través de la copulación, seguro le gusta estar desnudo para poder alimentarse más fácilmente.

No lo creo —interrumpió Usha—. Cuando estaba en nuestro bosque tenía ropa ¿Verdad?

No, era una bestia peluda. Por eso tuvimos que sellarlo.

Joel, que hasta entonces seguía demasiado adolorido como para discutir con esas extrañas, se sorprendió al enterarse de esa información y observó de reojo a Elliot, que seguía evadiendo su mirada.

¿A qué se refieren con lo de bestia peluda? —la angustia se le dibujó en la cara mientras sentía el estomago cada vez más pesado— ¿Cómo que me sellaron?

El brujo se encogió de hombros, determinado a mantener su silencio un poco más, aunque terminó por ceder ante la mirada suplicante del mayor.

Perdiste la cabeza...

Oh no, no solo la cabeza ¿Cierto, Osha? El demonio perdió la razón, el control sobre su magia e incluso sobre su cuerpo. Es gracioso, parece ser que incluso siendo poderoso sucumbió a nuestra magia.

Es porque sabemos mucho, Isha. Sabemos cómo hacer que su propia magia se vuelva contra él.

Joel intentaba seguir el hilo de la conversación, pero sus pensamientos estaban divididos entre el aparente resentimiento del brujo, su alianza con aquellas ancianas y su propio agotamiento físico. Sin embargo, entendió perfectamente que debió actuar en contra de su amo y eso no le hacía ningún sentido; miró de reojo sus muñecas, percatándose que entonces de que las franjas que lo distinguían como familiar ya no estaban. Tragó saliva, aún mas contrariado.

¿Te perseguí? ¿Estás bien? —la voz le tembló por la preocupación mientras elevaba los ojos de nuevo al menor—. Por favor, perdóname. Te juro que no recuerdo nada más que los gritos y... —se quedó en silencio cuando el eco de la voz de su madre resonó en su memoria, junto con algunas escenas que parecían sacadas de una pesadilla—. No sé lo que me pasó.

Tu alma es mía: JuramentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora