—¿Está bien? ¿La sientes cálida?
—Mg... espera...
Elliot aguardó algunos segundos a que la piel de sus pies y piernas se acostumbrara a la temperatura del agua que calentó Joel con su magia y luego fue bajando poco a poco hasta quedar sentado en la tina. Habían pasado semanas desde la última vez que pudo darse un baño como tal en lugar de solo limpiarse con trozos de tela mojada y ahora estaba convencido de que era un verdadero lujo poder calentar su cuerpo de esa forma.
—Veo que lo disfrutas —Joel sonrió a sus espaldas, acercándole una barra de jabón que hizo aparecer—. ¿Quieres que te ayude?
—No gracias, yo puedo solo. —La respuesta del menor fue seca y firme.
No tuvo que repetirlo porque Joel se alejó de inmediato de la tina hasta el otro extremo de la habitación, donde estaba la cama y se tumbó encima de ella para descansar. Estaba agotado por el uso de su magia para llegar hasta ahí y, aunque no quisiera admitirlo, la vision del cuerpo del brujo desnudo le estaba causando más hambre de la que creía que podía soportar.
Miró sus brazos de reojo y observó lo delgados que se veían a comparación de su figura definida y ancha de antes; su espalda seguramente estaba en condiciones similares y no quería ni imaginar cuanta energía mágica le tomaría transformar su anatomía a diario para que el menor no se diera cuenta de su situación.
¿Deseaba alimentarse? Por supuesto que sí, cada célula de su cuerpo se lo reclamaba. Ansiaba poseer de nuevo al brujo para tomar un poco de su energía vital pero no se atrevía a ponerle un dedo encima, como si aún temiera por lastimarlo. Tenía que soportar, aunque fuera unos días más o hacerse a la idea de comer de otra persona.
Mientras sus pensamientos vagaban de una dirección a otra, sus párpados terminaron por cerrarse conforme cedían al cansancio; Elliot entre tanto, disfrutó del agua caliente y luego llamó al mayor para que le pasara una toalla, aunque se levantó para tomarla él mismo en cuanto vió que el contrario estaba dormido cual tronco, sintiéndose incapaz de despertarlo.
Nunca lo había visto dormir así, era como si estuviera muerto: su espalda apenas subía y bajaba por su respiración pero ninguna otra parte de su cuerpo se movía en lo más mínimo. En otras ocasiones, Joel se despertaba al primer llamado de su amo, esta vez ni siquiera había reaccionado.
—Y para colmo te acomodas atravesado en la cama... así no podré dormir yo.
Una vez vestido, el brujo consideró acostarse sobre el mayor, pero entonces sus ojos se posaron en las manchas negras marcadas en la tela, muy tenues: a diferencia de sus propias heridas, las de Joel parecían no cerrarse. Elliot se acercó hasta él con cuidado y posó una de sus manos sobre la espalda contraria, tomando una bocanada de aire y luego recitando en un susurro un pequeño conjuro que él solía usar en sí mismo cuando se lastimaba antes de la llegada del incubo.
”Que funcione... por favor que funcione"
Un tenue resplandor azul rodeó sus manos, pero justo en ese instante tres golpes sonaron en la puerta y casi le hicieron sufrir un infarto. Maldijo para sus adentros mientras se apartaba de un salto de la cama y disipaba su poca energía mágica con tal de que nadie sospechara siquiera que la poseía; era la primera vez que intentaba un hechizo desde su casi ejecución y le apetecía enfrentarse a otra tan pronto.
—¿Si? —Se paró junto a la puerta, aún nervioso y la abrió ligeramente para observar afuera.
El corredor estaba desierto y aunque Elliot jaló la puerta un poco más para agrandar la abertura y poder mirar, siguió sin divisar a nadie: sin embargo, cuando su vista bajó al suelo por un momento descubrió ahi un objeto en una funda de piel.
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Tu alma es mía: Juramento
FantasyEl pueblo de Myr se quedó atrás, pero los problemas siguen a Elliot y Joel mientras ambos intentan encontrar un nuevo lugar donde vivir. Con Lagneia bajo amenaza y Elliot intentando recuperar una parte perdida de su pasado, Bitru tendrá que decidir...