Capítulo 17: La Santa del bosque

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Cuando la encontramos era una humana pequeña, muy pequeña —comenzó su relato Isha.

Casi no tenía dientes, tampoco podía caminar. Solo lloraba mucho, hacía demasiado ruido y eso nos molestaba en los oídos, por eso nos acercamos a investigar qué hacía un bebé en nuestro bosque sin nadie alrededor —agregó Osha—. Decidimos esperar a que sus padres volvieran por ella pero no los encontramos, tenemos una teoría ¿Cierto Isha? La teoría es que murieron en el bosque, eso no es raro, humano.

Elliot escuchaba con total atención a las ancianas mientras hablaban, visualizando en su mente la trágica escena de sus abuelos muertos en medio de la desesperación que el bosque negro provocaba. La idea de su madre siendo un bebé pequeño perdido en medio de la nada le apretujó el corazón, aunque no tanto como el hecho de que Bárbara jamás le hubiera contado nada de ese pasado oculto.

No sabíamos que hacer con una bebé humana; primero pensamos en dejarla ahí hasta que muriera y volviera a la tierra —dijo Usha— pero nos llamó la atención que una simple bebé hubiera sobrevivido cuando dos personas adultas no. Tenía que ser especial ¿Verdad Isha?

Así es, creímos que podría ser una bebé extraordinaria y entonces...

Entonces rompimos las reglas —interrumpió Usha—. Interferimos en el destino y por eso todo salió mal, muy mal.

Te estás adelantando, Usha —reprendió Osha, elevándose un poco sobre su hermana para llamar la atención de Elliot—. Los problemas empezaron mucho después de que rompieramos las reglas, de hecho, al principio fue muy bueno porque la bebé parecía tener una gran concentración de maná en su cuerpo y desde joven demostró una gran habilidad para la magia.

¿Qué tan joven?

Atrapado en el relato, Elliot no se dió cuenta de que casi olvidaba respirar.

Desde que tenía un solo año. Por eso decidimos tomarla como nuestra aprendíz... Y comenzó a mejorar al grado de estar a nuestro nivel cuando se hizo una joven, ningún humano logró hacer eso en siglos, jamás ¿Cierto Osha? Era muy prometedora, incluso siendo una simple mortal estaba consiguiendo cosas grandiosas... Por ello decidimos volverla la Santa del bosque de jade.

Ese era un término que el brujo nunca antes había escuchado, y las tres ancianas se dieron cuenta de su expresión confusa y continuaron con la narración para responder a sus preguntas aún no planteadas.

La Santa del bosque sería la encargada de estudiar aún más los secretos de la magia para mantener el equilibrio en esta región. Nada funciona sin equilibrio, por eso es importante cuidar el maná. Nadie debe abusar de él porque si el equilibrio se rompe entonces la magia también lo hace.

¿Cómo podría romperse la magia? —Elliot no estaba seguro de si algo así era posible.

Un humano no lo entendería —dijo Usha— pero irónicamente son los humanos los que alteran ese equilibrio con más facilidad. Muchas fuentes de maná se han extinguido a lo largo de la historia por el abuso de los humanos, por eso la magia va en decadencia...

Eso no le resultó extraño al brujo, después de todo, era bien sabido que muchas criaturas mágicas habían desaparecido en los ultimos siglos y que eran cada vez menos los humanos que nacían con maná en el cuerpo. De hecho, por cuestiones así era que muchas personas recurrían a pactos con divinidades o demonios para poder acceder al maná y utilizarlo, aunque tenía entendido que eso podía ser venenoso si no se tenía la capacidad de contenerlo desde el  nacimiento.

En cualquier caso, el tema del maná era algo que no le resultaba de interés en comparación con la curiosidad de saber cuáles fueron las funciones de su madre como Santa del bosque. Bárbara siempre fue especialmente habilidosa en el uso de minerales y plantas mágicas, podía crear pociones para casi cualquier cosa, así que supuso que ese conocimiento lo obtuvo viviendo ahí.

Tu alma es mía: JuramentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora