Capítulo 26 "A esperar"

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Al alejarme de los establos estaba...

¡Temblando!

Estaba nerviosa por toda la locura que se desencadenaría hoy a la noche. No sabía que iba a pasar y odiaba eso, quería tener un pequeño adelanto. Mi mente imaginaba miles de situaciones, algunas buenas y otras no tanto... No solo estaba nerviosa, estaba loca.

Mientras caminaba por el jardín para volver al castillo, percibí algo a lo lejos. Dos personas resaltaban entre el verde de unos arbustos con forma de rectángulos. Uno era de sexo femenino, me di cuenta por la altura y el pomposo vestido y el otro... ¿Era Erick? Madre santa. Me quedé petrificada al verlo tan cerca de aquella chica. No se preocupen, no eran celos, es solo que... Él parecía enamorado de veras y ¡wow! Se besaban.

¡¿Se besaban?!

Di una pequeña corrida y me escondí atrás de un fuente. Necesitaba seguir viendo la escena. Lo siguiente me pareció algo totalmente estúpido. Se alejaban un poco, y miraban para todos lados cersiorandose de que nadie los haya visto. Si se hubieran preocupado por eso estarían más escondidos y "secretosos."

Que idiotas.

La chica parecía importante también. No estaba segura, pero supuse que era hija de algún duque o barón por el vestido que llevaba. Mi espionaje hubiera sido perfecto si el zumbido del infierno no estaría en mi oreja.

Una abeja. ¡Una abeja estaba cerca de mi oreja!

—¡Ahhhhhhh! —grité, cuando esta se me posó en la mejilla. Salí corriendo en busca de ayuda. Tenía un trauma con esos insectos.

No me di cuenta de lo que había hecho hasta que vi la cara de Erick y la desconocida al verme. Ellos tenían un trauma.

—Yo... Yo... Puedo explicarlo —habló soltándole las manos rápido.

 Una sonrisa apareció en mi rostro, algo que los desconcertó completamente. La chica se inclinó y comenzó a alejarse dando una corrida rápida. Su corazón seguramente, estaba a punto de pararse. Si yo quisiera, podría condenarla a muerte. En cambio, ver eso me alegró por completo. Erick no resultaría herido como yo pensaba.

—¿Sabes qué? No digas nada —hablé interrumpiéndolo—. Creo que es lo correcto.

Su cara de confusión era grande... Muy grande. Enorme.

—¿Eh? ¿Qué estás diciendo? ¿Te parece bien que esté enamorado de Katrina?

—¡Con que sí! —Reí al ver que se tapaba la boca arrepintiéndose de lo dicho.

—No lo entiendo, Elisabeth...

—No te preocupes, yo tampoco lo entiendo del todo. —Suspiré—. Pronto lo sabrás y te darás cuenta. —Le di unas palmadas en la espalda y comencé a irme. El chico se quedó tieso en su lugar. Mientras me alejaba, me di la vuelta y grité...—¡Gracias!

—¡¿De nada?!

En el camino, me crucé con Mary Jane.

—Beth... —Era un diminutivo que solía usar cuando eramos mas pequeñas—. Lamento lo que ocurrió —susurró.

—Si, bueno... no. —Mi hermana frunció el ceño—. Hace tiempo quería decirle eso y ahora me siento más libre.

—Lamento todo esto también, siento que estamos alejadas... Ya no somos las mismas de antes... —dijo ella bajando la mirada, pude ver que sus ojos se cristalizaban—. ¿Vas a casarte?

—Yo también siento que estamos distanciadas y no es una muy buena relación de hermanas. —Sonreí levemente—. Y no, no voy a casarme...

—Me alegra.

La princesa Elisabeth ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora