Capítulo 19 "Dolor"

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Nieve, frío, invierno.

Seguía llorando sola en el medio de ese helado día. Escuché los ladridos de Príncipe a lo lejos y levanté la mirada para ver que hacía. Él corría y pegaba mordiscones al aire, intentando capturar copos de nieve con su boca, haciendo que admirara su felicidad. Mi mirada triste y nublada, se movió para la puerta de cristal y pude observar, que del lado de adentro, Michifusina maullaba para que la dejara salir. No tenía ganas de levantarme, solo me quedé mirándola.

—Elisabeth... —Sí, era él de nuevo—. Morirás de frió si sigues aquí afuera. —Erick apareció a mis espaldas y dejó una pequeña capa de color roja en mi espalda. Tomé los extremos con mis manos y la acerqué aun más a mi cuerpo. En ningún momento dirigí mi mirada hacia él... Era como si me hallara perdida en una especie de sueño...

Pero era un sueño muy triste.

—Gracias, Erick —dije, mientras me levantaba y tiritaba inconscientemente.

—¿Estás segura de que te sientes bien? —Él abrió la puerta de cristal para que pasara y una cálida brisa inundó mi cuerpo, Michifusina aprovechó y salió afuera tal y como quería.

—Si, estoy bien. —Mi voz apenas fue audible, salió en un hilito... Estaba con esas mismas ganas de llorar.

—Elisabeth, yo... —Él tartamudeó—. No es necesario que me sigas mintiendo. —No ahora, por favor—. Necesito que me digas la verdad. —Él se paró frente a mi y tomó mis hombros firmemente, pero sin lastimarme—¿Quieres hacer esto?

Esa pregunta era bastante confusa. ¿Qué debía decir? No podía seguir mintiendo, pero tampoco podía... Tampoco podía arriesgar todo lo logrado por una persona que no me amaba. Él no me amaba y no se quedaría conmigo, se iría...

Te extrañaría Marco...

Pero no podía seguir con aquello, todo debía seguir como estaba planeado.

—Erick... —Bajé la mirada—. Yo quiero hacerlo, yo quiero casarme. —Una sonrisa entre las lágrimas se abrió paso en mi triste rostro—. Y cuanto más antes posible sea... Mejor.

Si, lo habia dicho... Y no había vuelta atrás. Su rostro se iluminó y se abalanzó a darme un abrazo que me dejó tiesa y al que no respondí... Simplemente no quería. Aun entre sus brazos, preguntó—. ¿Quieres casarte conmigo? ¿Quieres pasar el resto de tu vida conmigo? ¿Crees que serás feliz y confiarás en que yo puedo ayudarte en eso?

Esa vez, sentí la necesidad de correr y abrazarme a cualquier persona que hubiera a mi alrededor, cualquier persona que no fuera él, pero en cambio... Hice todo lo contrario. Le dí un abrazo y sollocé en su hombro. Simplemente no pude contenerme, era la decisión mas difícil que había tomado en toda mi vida.

—Estoy segura —dije, cuando logré calmarme sin apartarme de él.

Pero en cierto momento, en lo que nada pareciera que podría empeorar... Él apareció y vio toda la situación. Se hallaba solo y su rostro demostró miles de sentimientos.

Dolor. Tristeza. Enojo.

¿Él se enojaba? Yo era la que tenía que atarme a una persona que no amaba por el resto de mi vida.

Me aparté del hombro de Erick, y aun en sus brazos, hablé:—Estoy segura de que podrás hacerme feliz.

Aunque nadie lo creyera, él parecía creerse cada palabra que había dicho. No se había percatado de que al pronunciarlas, mi mirada estaba clavada en el chico del pueblo, en el chico que me acompañó a mi caballo ese día de lluvia. El chico que me rescató de los ladrones... Así lo había conocido, de una manera bastante loca. ¿Nuestra presentación? Una poca elegante reverencia mientras las gotas caían entre nosotros.

La princesa Elisabeth ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora