En pleno sueño sentí un olor extraño.
Esperen.
¡¿En pleno sueño?!
¡Me había quedado dormida!
Me levanté lo más rápido que pude y observé a mi alrededor. Las sirvientas estaban atadas y con una mordaza en la boca. Dejé el libro a un lado y busqué desesperadamente a los dos niños. Los juguetes estaban desparramados y no había rastro de ellos.
—Ay dios, dios —dije, tapando mi boca mientras daba pequeños saltitos.
Tranquila y calmada.
Suspiré profundamente y quise levantarme, pero volví a la cama. ¡Habían cosido mi vestido al acolchado! Gruñí y comencé a tironear fuertemente para salir. El olor a humo se hacía cada vez más fuerte y yo me ponía más nerviosa.
Miré a mi alrededor y divisé las herramientas que habían utilizado para coser y amordazar. Estiré mi pie intentando alcanzar una tijera, pero estaba bastante lejos. Un farol se encendió en mi cabeza y me di con la palma de mi mano en la frente. Como no podía sacarme todo, ya que no serviría de nada, estaba completamente cosido, arranqué el acolchado de la cama y noté que era bastante pesado, pero al menos tenía movilidad.
—¡Van a matarme! —grité, mientras corría con el acolchado en mis manos a liberar a las sirvientas.
Luego de unos minutos, las mujeres estaban libres, pero alarmadas al igual que yo. Ayudaron a separarme de las colchas y estábamos listas.
—Calmadas... —dije— ...vamos a enfrentarnos a sea lo que sea que esté pasando. Son niños y nosotras somos adultas...
—Si, su alteza.
Las tres corrimos a la puerta y abrimos la puerta rápidamente. Dejamos escapar un grito y una de mis acompañantes casi se desmaya.
—¡Fuego!
Las cortinas de los costados estaban en llamas y los mayordomos estaban también amordazados. ¡Pero si solo eran niños!
—¿Cómo les hicieron esto? —pregunté a los hombres ya libres, mientras los cinco corríamos en busca de agua.
—Nos ordenaron que nos dejáramos atar —-habló uno, y mi boca por poco se desencaja.
—¡Nunca les hagan caso!
—Si, su... alteza —respondieron, jadeando por el cansancio.
Cuando llegamos a una fuente que había en el medio de la habitación central, pero del segundo piso, las dos mujeres y los dos hombres comenzaron a ayudarse entre si para apagar las calientes cortinas. Los demás... no tenía idea de dónde estaban.
Hasta que unos gritos a mi espaldas, y unos zapatos haciendo ruido en el suelo, hicieron que me diera la vuelta. Mary Jane venía corriendo hacia mi, mientras sostenía su vestido para no caer. Las dos sirvientas de ella la seguían, tenían los cabellos revueltos y las caras sucias.
—¡Hermana! —gritó, mientras se lanzaba en mis brazos y sollozaba—. Lo lamento, tendría que haber ayudado... yo, yo... —-tartamudeó.
—Eso se discute después. —Sonreí para tranquilizarla—. Tenemos que encontrarlos y capturarlos.
—Pero el palacio es enorme. —Se notaba lo nerviosa que estaba—. Nunca los encontraremos, tardaríamos horas. ¿Y papá?
—Tenemos que rescatarlo y tengo una idea.
...
—¿Estás segura? Nunca han entrado caballos a palacio.
Mi idea no había sido única, pero original, si. Si no podíamos encontrar a los niños caminando o corriendo, lo haríamos a caballo. Probablemente en situaciones normales nos hubieran reñido, pero ahora no había opción. ¡Al corcel!
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La princesa Elisabeth ©
Ficción históricaElisabeth, está condenada a ocupar el trono y contraer matrimonio. No desea ser reina. No desea casarse. Las cosas empeoran cuando conoce al chico del pueblo. Un simple campesino. ... ¡Puesto número #5 en novela histórica! Booktrailer en YouTube: h...