—El niño estaba tomado de la mano con esta niña, su alteza —agregó la mujer nerviosa—. No pueden hacer esas cosas.
—¿De la mano? ¿No son hermanos? —Me bajé a la altura del pequeño—. ¿Es tu hermanita?
—No-no-no... —tartamudeó—. Ella es...
—Soy su novia —dijo la pequeña, sonriente.
—¡No pueden hacer esas cosas! —gritó la mujer, zarandeándolos nuevamente.
—¡Deje de hacer eso! —espeté. Se escuchó un "ohh" de parte de la multitud—. ¿Por qué no les permite ser noviecitos? ¡Son juegos de niños! —La indignación llenaba mi rostro—-. Está sin trabajo.
—¿Cómo? ¿Qué?
—¡Elisabeth! —susurró mi padre.
—Está despedida. —Repetí, asintiendo—-. Usted no tiene paciencia para cuidar a los niños.
—¿Y quién los cuidara entonces? —preguntó la otra mujer.
Caminé con paso decidido nuevamente a la tarima y sentí como todas las miradas se clavaban en la princesa loca. Si, estaba loca, pero no permitiría esa clases de cosas, no al menos yo estuviera ahí.
—Usted. —Señalé a una señora de mirada dulce y vestido amarillo con florecitas rosadas. La tela estaba rota y descolorida—. ¿Necesita trabajo?
La mujer tartamudeo cambiando su cara a sorpresa total. Pude ver como una lágrima se le escapaba de los ojos cansados. Asintió rápidamente y dio tres pasos hacia adelante. La multitud le abrió el paso y le dirigí una sonrisa tranquilizadora. Se inclinó en forma de respeto.
—Gracias, su alteza —Ella estaba emocionada—. No sabe cuanto necesito trabajo.
—Bueno, pues venga. —Bajé de la tarima y tomé su mano. La mujer se estremeció ante eso, pero caminó donde la llevaba.
La gente del pueblo murmuraba cosas inaudibles. Seguramente habría opiniones bastante variadas "Está loca" "Que falta de respeto" "¿Qué le pasa?".
—A ustedes niños, ¿les parece bien? —Los pequeños asintieron y tomaron la mano de su nueva tutora.
Sonreí y caminé nuevamente a la tarima, para proseguir con el discurso. Minutos después, mi padre cortó la cinta roja y todos estallaron en aplausos. Ya cuando subimos al carruaje para volver a casa, los niños corrieron y nos dejaron unas lindas flores en agradecimiento. Creo que estaban felices porque se habían desecho de aquella horrible mujer.
—¿Acaso estás loca? —preguntó Mary Jane molesta.
—Era injusto —negué con la cabeza—. No iba a dejar eso así.
—Elisabeth, no puedes andar haciendo esas locuras.
—¿No me dijiste que teníamos que luchar porque todo fuera justo y se respetaran? ¿Qué teníamos que lograr el aprecio y felicidad de los ciudadanos? —pregunté cuando arrancó el vehículo.
Él no supo que decir y mi hermana solo giró la cabeza para el lado contrario. No podían refutar lo que había dicho. Era injusto que esos niños llevaran una vida mas infeliz de la que ya tenían.
—Los niños tambien son habitantes del reino y tienen derechos.
Nadie mas habló luego de esa frase.
...
Al llegar al castillo, comí como si no hubiera un mañana. Tenía tanta hambre que todo lo que me traían era una delicia para mi paladar. Además, de que nuestros cocineros eran los mejores, claro.
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La princesa Elisabeth ©
Fiksi SejarahElisabeth, está condenada a ocupar el trono y contraer matrimonio. No desea ser reina. No desea casarse. Las cosas empeoran cuando conoce al chico del pueblo. Un simple campesino. ... ¡Puesto número #5 en novela histórica! Booktrailer en YouTube: h...