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El espectáculo sigue siendo tan maravilloso como la primera vez que Yoongi se lo hizo; a pesar de haber pasado tanto tiempo la piel inmaculada del pálido sigue siendo perfectamente pulcra y lisa, sus labios rosados se hinchan de la misma forma conforme atrapan su miembro y el perfecto cuerpo de su amante sigue desatándole millones de sensaciones a cuál más difícil de controlar.

El pálido sube su mano con burla hacia el pezón de Taehyung, que retuerce mientras le mira a los ojos y se recrea en rodear los labios con la polla de este, sintiéndose de nuevo como el rey que nunca debió ser destronado.

- Contra la encimera o encima de ella — ronronea el castaño, enrollando la mano entre sus cabellos para separarlos — no vamos a salir en todo el fin de semana de aquí, Min Yoongi, eso te lo prometo.

- Contra — responde, retirándose los restos de fluidos de sus comisuras.

El castaño sonríe y le ayuda a levantarse, volteándole para inclinarle contra la encimera, subiéndole la pierna izquierda; Yoongi observa de reojo cómo su amante se relame antes de introducirse, cómo se inclina hacia su rostro conforme se introduce.

- Escúchame — gruñe, mordisqueando su oreja — nadie ¿Me oyes? Nadie ha conseguido que me olvide ni un segundo de esto.

- ¿Me vas a hablar de otras personas mientras me follas? No cambias, Kim — se burla, guiñándole.

Una pequeña risa ronca sale de los labios de Taehyung antes de incorporarse y llevar las manos de Yoongi hacia la espalda; en pocos segundos la cocina es testigo de cómo la pareja sigue siendo tan fogosa y apasionada como lo eran de más jóvenes, deshaciéndose entre gemidos, jadeos e intensas miradas que siempre estuvieron ahí.

- M-Mas rápido — jadea Yoongi, sintiendo que la pierna no puede temblarle más.

Y Taehyung obedece, sintiéndose un simple siervo a los pies de un rey tirano que siempre dictaminará cómo debe vivir una vida que no le pertenece en la más mínima parte de ella; un rey que le robó el corazón y la voluntad hace tantos años que solo puede retener las grandes y enormes ganas de llorar que tiene en esos momentos.

- P-Para, Taetae — pide el pálido, viendo su cara descompuesta — dime qué t-te ocurre.

El castaño asiente, sintiéndose tonto porque realmente se ha puesto a llorar en mitad de esa sesión de sexo perfecto que están teniendo; de un momento a otro se ve atrapado por los brazos y piernas de Yoongi, subido en la encimera, sintiéndose bastante mejor cuando su nariz descansa sobre su piel.

- No te vayas, no vuelvas con Jimin — ruega, abrazándose a su cuerpo — realmente te amo Yoongi, quiero estar contigo, no quiero perderte de vista nunca más, y si no puedes tener más hijos los adoptamos, compramos una casa gigante y adoptamos también un perro, o no hacemos nada de eso, pero no me abandones, por favor.

- Prométeme lo mismo, ya que fuiste tú el que me abandonó primero — le dice, dando pequeñas caricias en su cabello — si nos vamos a arriesgar de nuevo a que esto pueda salir mejor o peor, a que nos destrocemos de nuevo, no permitamos volver a caer en los mismos errores que en el pasado.

- Lo prometo, Yoongi — responde, emocionado — te amo.

- Yo también te amo, siempre lo he hecho, Taehyungie — dice simplemente, consolando a ese niño grande.

Una reconciliación hermosa, tan esperada por ambos que ni siquiera pueden creer que esté ocurriendo seriamente de no ser por que los besos y las caricias que le dedican al contrario son totalmente reales.

Sin embargo, hay alguien que no lo está pasando tan bien como la recién reconciliada pareja de exnovios.

Es demasiado triste para él estar un sábado al mediodía adelantando trabajo de juicios porque no está pasando tiempo con su ex prometido mientras disfrutan de una linda tarde de caricias y arrumacos

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Es demasiado triste para él estar un sábado al mediodía adelantando trabajo de juicios porque no está pasando tiempo con su ex prometido mientras disfrutan de una linda tarde de caricias y arrumacos.

- Seguro que no se acuerda de mí — suspira, dejándose caer encima de sus papeles — encima tengo más hambre que pena, supongo que esto siempre debió ser así.

La puerta de su despacho es tocada y da permiso para que entren, aunque no entiende quién puede ser a esas horas; grande es su sorpresa cuando el hijo de su jefe entra con una pequeña sonrisa y unas bolsas de comida a domicilio.

- H-Hola — saluda, sintiendo su rostro arder — he visto que llevas todo el día aquí encerrado ¿Te apetece comer?

- Claro — asiente; el rubio aparta los papeles de su mesa y un Jungkook algo avergonzado se dedica a repartir los distintos recipientes con la comida por la mesita baja, mordisqueándose el labio con nerviosismo — ¿Cómo es que está aquí hoy, señor Jeon?

- P-Puedes hablarme informal — sonríe, haciendo que Jimin asienta — tenía un par de asuntos que resolver y vi que habías venido, así que pensé en que no comieses solo — el rubio le dedica una hermosa sonrisa, en señal de agradecimiento — t-tengo realmente mucha curiosidad por no saber la razón por la que el señor Min no está aquí.

- Lo que haga mi expareja ya no es mi asunto — responde simplemente, sorprendiéndole, a pesar de que se lo imaginaba, Jungkook no puede no sorprenderse por la noticia, además, de ver de forma cristalina cómo el rubio destila tristeza por los ojos conforme se lo dice — supongo que estará durmiendo o algo.

- ¿No has ido a verle? ¿No le extrañas? Os ibais a casar — insiste, sin querer seguir viendo a Jimin así de triste.

- T-Tal vez, vaya a verlo luego — dice simplemente, casi en un susurro.

Es la enésima vez que Jungkook piensa en lo mucho que desearía poder encerrarle entre sus brazos y rogar porque se fuese todo su dolor de un golpe.

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