Introducción

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¿Conocen esa sensación de estar a punto de soltar el alma del pecho? Donde ni siquiera tienes la fuerza de levantar el rostro. Como si intentaras buscar algo en el suelo, como si ahí estuviera la respuesta, como si existiera...

Pero ni siquiera merezco mirar el suelo, solo lo afronto. Y aunque eso en este momento no me vuelve valiente; si me hace miserable. Y algo dentro de mí, lo acepta con satisfacción, porque lo merezco; todo esto, lo merezco.

Sin embargo, esos ojos grises, frente a mí, que brillan con algo mucho más profundo que dolor, algo que unas simples palabras no pueden expresar y quedan tatuados en mi mente.

—¿No hice suficiente?— suelta en un susurro ronco y roto, apenas perceptible.

—No se trata de suficiencia...—negué frenéticamente.

— ¿Entonces qué? ¡Dime que debo hacer, dímelo y lo haré!

Lo que más me helaba la sangre era que sus palabras no concordaban con su tono y aspecto, solo soltó esas palabras crudamente como si fuese una orden. Jamás levanto la voz. Y en su cara, más allá de la exigencia, veía miedo.

Yo tengo miedo.

Miedo a estar equivocada y perderlo todo en el camino, de perderlo a él, en vano.

—Ese es el problema, ya no quiero que hagas nada, — me tiembla la voz— no quiero que sigamos anclándonos mutuamente, —aspiro hondo—no quiero seguir reteniéndote...

—¿Pero de qué demonios estás hablando? ¡No entiendo a qué punto quieres llegar! ¿Retenerme? — suelta incrédulo— si vuelves a decir una estupidez igual, no vamos a llegar nada y no aceptaré nada de lo que pase por esa cabeza tuya, en este momento.

Respiro hondo.

— ¿A caso no lo ves? Estoy cansada, agotada de vernos en esta situación, ¿no estás cansado de fingir? Por qué te aseguro que yo sí, rompe mi corazón, ver como te alejas de ti mismo, ya no te reconozco, no me conozco yo tampoco... — Me sacudo rápidamente las lágrimas que se acumulan en mis ojos. — No fui aceptada en la carrera que deseaba y me engaño a mí misma, convenciéndome de que me puedo acostumbrar, como si eso fuera a hacer que mis intereses y sueños cambiaran, entonces aquí me ves un año después, descompuesta y sin brújula.

— Olivia...

Estoy temblando, no puedo ni mirarlo...

—Y tú... La persona más talentosa y apasionada por su arte que conozco, aquí, en un pequeño pueblo, dejando pasar las grandes oportunidades que tienes frente a ti, Y ¿Por qué...?

Me corta en seco.

—Ni se te ocurra...

Alzo el mentón tomando valor.

—Acéptalo Castiel, estás dejando pasar tu futuro frente ti por una buena para nada...

—¡¿Y crees que eso para mí es lo más importante?!

—¡Pues sí debería serlo! Si no en un futuro te arrepentirás y no podre con esa carga, no la quiero. Sé que no sabes ser egoísta, bajo esa coraza de piedra que piensas tener. Y si no vas a hacerlo, pues yo sí lo haré porque también necesito encontrarme, ya me canse de buscarme en un reflejo que no es mío. — Mi respiración está acelerada. Apenas puedo pensar con claridad.

Dicho eso, reúno fuerzas para mirarle el rostro.

Y quiero partirme en pedazos. Está a punto de soltar los miles de lágrimas que está conteniendo. 

Pero no lo hace.

Quiero abrazarlo...

—Oliv...— le tiembla la voz— Yo no quiero esto, no quiero pasar por esto, — traga saliva— por favor...

Yo tampoco...

Pero debo ser fuerte y mantenerme.

Esto es por los dos...

Da un paso hacia mí y yo me alejo.

— Ya mi decisión está tomada, puedes odiarme todo lo que quieras, puedes decirme lo que quieras, pero ya no, no puedo seguir.

Nuestras miradas se concentran la una en la otra como si se estuvieran intentando abrazar a la distancia, dando su último adiós.

En medio de la lluvia y el frío de la noche en ese parque que ya no volvería a ver jamás. Doy media vuelta y sin que nada pueda evitarlo me voy. Y lo dejo ir...


***


Y bajo la lluvia torrencial, las lágrimas se camuflaron con las gotas de agua y así vio por última vez como la silueta de la persona que amaba se alejaba a la distancia y solo se quedó ahí viendo como pasaron los minutos y las horas. Y solo por ese día se permitió volver a ser ese niño que lloraba cuando sus padres lo dejaban por largas temporadas con su abuela. 


Destellos de Voz | Castiel CDMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora