Capítulo 22

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7 años atras

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7 años atras.

— ¡Hija! ¿Lo tienes todo? Agua, caramelos, tus partituras.... ¡Dios los zapatos! — Cristo exasperada, mi pobre madre.

— ¡Mamá, lo tengo todo, lo juro! — tomé sus manos y estaban empapadas, no sabía quién estaba sudando más, si ella o yo y sus ojos soñadores que nunca quería decepcionar me exigian que le brindara algo de paz. — Todo estará bien, te lo prometo.

Mire a mi alrededor y la escena que estábamos teniendo madre e hija, era la misma que estaba pasando con las otras participantes. Algunos padres gritaban y salían corriendo a buscar cosas o abrazaban mil veces a sus hijas, otros les lanzaban una tras otra bendición. Algunos otros parecían militares dando órdenes a un cadete.

Y en el caso de mi madre, si no la sostuviera, ya estaría en el suelo.

No es como si yo intentara fingir valentía, pero era eso o enloquecer.

Los altavoces de la sala de espera de la audición indicaron que ya no había más tiempo para despedirse.

Mi madre me miro fijamente y antes de soltar mi mano, su semblante cambio completamente.

— Acábalas.

— Nunca contemple otra opción madre. — Volvió a adoptar de nuevo su semblante dulce mientras sobaba mi mejilla por última vez.

Por última vez antes de meterme en las entrañas de esta batalla campal.

Pero así era, yo nunca tenía otra opción,

La única era el éxito.

Al estar dentro del recinto.

El aire, dejo de ser un recurso banal a convertirse en oro flotante. 350 corazones latiendo tan veloz como el de una liebre que corre por su vida y 700 pulmones luchando por evitar que sus corazones exploten.

Un hombre con traje estrafalario que nos observaba como simples cerdos tomo la palabra.

— El día de hoy la vida de una afortunada chica cambiará completamente, ¿tendrán lo necesario para lograrlo? — ni siquiera nos miraba. — La primera prueba pondrá a prueba de lo que más carece esta triste generación, actitud, — saboreo para si mismo. — carisma y presencia.

Dio un paso al frente y mostró que el piso está separado con una evidente línea roja.

— Se separarán en dos grupos, un lado las que midan más de 1,70 y en otro las que a pesar de que una foto las estuviera apuntando de frente se perderán en el escenario.

Con par de cojones, la espalda bien erguida, el cuello lo más estirado que mis vértebras cervicales me permitían y mis poderosos 1,65 centímetros me fui al lado de las que media más de 1,70. Para mi condenada suerte, las que deberían medir 1,70 aparentaban medir 1,90. Y el contraste estallaba a la vista. Permanecí firme.

Destellos de Voz | Castiel CDMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora