Capítulo 24

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Hacía frío, demasiado para ser honestos

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Hacía frío, demasiado para ser honestos.

Y mis pies helados, luego de caminar sobre nieve en solo unos tacones, no hacían más que recordármelo cada segundo que pasaba.

Pero el dolor era insignificante comparado con las sensaciones de introducir a Castiel en mi minúsculo departamento. La conversación anterior solo volvió todo peor y para el colmo estaba luchando con el interruptor para intentar no volver más embarazoso esto.

Cuando este por fin cedió, evite observarlo primero porque me avergonzaba ver en su rostro que piense que vivo en una ratonera, cosa que no está muy alejada de la realidad. Pero tampoco deseaba detallarlo, por qué su fragancia me estaba volviendo loca y era suficiente para mí por hoy.

El silencio entre nosotros tampoco ayudo demasiado y luego de ser tan cortante hace unos segundos, era evidente que él no iba a romper el silencio.

— Y-yo iré a buscar unas mantas y almohadas. Puedes sentarte si gustas — apunte a mi pequeño juego de muebles.

Al regresar me fue imposible no echarle un vistazo, se había quitado el saco de su traje y solo quedo con una camisa negra con los tres primeros botones desabotonados. Su cabello despeinado, sin saber como siempre se veía de muerte lenta, estaba sujeto por una coleta pequeña.

Me quedé estática en el umbral que separaba mi habitación con el pequeño recibidor. Que se me hizo aún más pequeño con su presencia. Sus hombros subían y bajaban armónicamente, solo miraba sus manos sin más.

Era imposible no apreciarlo.

Sin remedio y para mi desgracia levanto la vista, captando mi escudriñamiento. Por instinto tragué fuerte.

Aunque para la sorpresa de los dos no reuí a su mirada.

— Te traje estos cobertores, espero sean suficientes. — Los deje a su lado en el sillón. Él solo asintió sin apartar su atención.

— Hoy estás hermosa. — la aspereza de su voz me hizo tambalear y la profundidad de sus ojos casi me hacen sentir absorbida. Dios, si tuviera un marcapasos en este momento, talvez explotaría. Para mi pesar mis mejillas debían estar color escarlata.

Como pude intente controlar lo poco que me quedaba de entereza y le ofrecí una media sonrisa.

— Gracias. — lo observe, pero más detenidamente me fije que detrás de los mechones de cabellos rojos que caían despreocupadamente por su rostro tenía un corte en su mejilla izquierda. Me acerqué un poco más sin pensarlo y retiré con cuidado esos cabellos y me recibió una cortada más honda de lo que pensé. — ¿Qué demonios te ocurrió? — mi voz salió unas octavas más grave.

Dio un respingo cuando roce su mejilla.

— No fue nada, solo un pequeño altercado. — Parecía avergonzado, pero eso no evitó que me molestara.

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⏰ Última actualización: Sep 20 ⏰

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Destellos de Voz | Castiel CDMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora