Capítulo 4

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Estrella caída.

No considero primordial a la esperanza, pues es resultado de una cadena... En el inicio de esta existe la creencia hacia algo o alguien, este te produce la fe y la fe trae la esperanza... Pero si no crees en algo la fe se vuelve casi obsoleta, y como daño colateral desaparece la esperanza... Todos tenemos esa cadena en nuestro interior. La mía está rota.

Esta academia me recuerda al orfanato donde crecí. Solo hay dos formas de salir de aquí: graduándote o muriendo.

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La habitación de la artista no resultaba ser diferente a las de sus compañeros; tenía una cama y al lado de esta el buró; del otro lado del cuarto, cerca de la puerta, había un escritorio, una silla; en el pasillo de al lado, el armario y la entrada al baño. Ah sí, también estaba la cámara.
La adolescente estaba dentro de la recamara, acostada sobre el colchón, mirando el techo mientras su mente se encontraba en otro lado.
Llevaba al menos dos horas pensando mil maneras de cómo cumplir la promesa que recién le había hecho a Amami. Por mas que le daba vueltas al asunto no encontraba forma de salir de aquí...

Al menos que en un ataúd.

Rendida, suspiro pesadamente, sabía que no tenía mucho tiempo. Ya había aceptado por completo la idea de que alguno de los que estaban encerrados aquí le diera por cortar cabezas. Así que eso le complicaba las cosas por que no solo tenía que cumplir con el trato, sino que, para hacerlo tenía que estar ella y Rantaro vivos.

¿Y cómo hacer para que ambos sigamos respirando?...

Con la mirada desanimada volteo a ver al molesto aparato que estaba conectado al techo y sin querer algo hizo clic en su cabeza.
Un poco más interesada por el objeto, levantó un poco su torso, recargándose sobre sus codos. Observando detenidamente la cámara que alcanzaba la mejor visión de la habitación.

La MEJOR pero no COMPLETA visión de la alcoba.

Solo era una cámara, para prácticamente vigilar tres cuartos, era más que obvio que tenía al menos un punto ciego bastante extenso.
No perdió más tiempo, brinco de su cama a la alfombra y corrió hasta su armario, deslizó la puerta de este y empezó a buscar entre la ropa que le había dejado el "Director" algo que le ayudara a lograr su objetivo. Predominaban entre las prendas uniformes iguales al que llevaba puesto, con chamarras parecidas a la que vestía en ese momento.
Por fin, después de haber dejado un desastre en el armario, encontró lo que buscaba. Victoriosa alzó el suéter que había tomado en posesión. Era realmente bonito, de su talla, tejido a mano con estambre gris.

Sería una lastima si alguien lo deshiciera.

Regreso hasta la cama, pero ahora no solo con la prenda, también llevaba unas tijeras que sacó del cajón del escritorio. Se sentó sobre el colchón y con el objeto filoso corto una de las puntadas del tejido.
Con su dedo pulgar e índice tomo la punta del estambre. Jaló su brazo hacía atrás y con él se llevó una enorme cantidad de hilo ya desenredado, regresó su mano y tomó el inicio del suéter y volvió a jalarlo. Repitió esta acción hasta que no quedó rastro de lo que fue una hermosa prenda.
Ahora tenía un hilo bastante extenso.

Siguiendo con la segunda parte de esto, posicionó la silla debajo de la cámara, subió con cuidado sobre esta y amarró la punta del estambre en el tubo que une el aparato electrónico al techo.
Sus pies volvieron a tocar el suelo y su mirada vaciló entre el objeto y la chamarra que reposaba sobre su cama. Tomó la prenda entre sus manos y la llevó a su pecho, como si una fuerza sobrenatural saliera de ella para adentrarse a la ropa con el fin de que Monokuma no se diera cuenta de lo que hacía, que estuviera revisando alguna otra habitación. Jamás le había rezado a tantos santos y dioses solo para que no fuera descubierta.

Esperanza y fe (Rantaro Amami y tú) DANGANRONPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora