Capítulo 5

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Mi demonio interno.

El único pensamiento que rondaba por su cabeza era poder salir de allí. Durante los tres días que había pasado encerrada en ese lugar tenía las ganas de escapar, pero ahora era su único deseo.
No importaba si tenía que enfrentar a Monokuma en ese instante solo para irse de esa jaula. Era una decisión precipitada pero prefería morir ella que otra persona.
Su respiración acelerada intentaba calmarse y ojos inyectados de rojo buscaban con desesperación algún lugar donde quedarse hasta que su ataque terminara. Rondaba los pasillo con gran rapidez pues sentía como el control sobre su cuerpo dejaba de existir, como la sed de sangre se hacia mas grande y su fuerza igual.

- No, -susurro- no otra vez -con angustia se abrazó a si misma, hundiendo los dedos en su piel en un intento desesperado por que su uso de razón no la abandonara.

Caminó sin rumbo unos minutos más, pero parecía que aquello no cedía. Y peor fueron las cosas cuando recordó la imagen de Maizono y después la de la mujer. Jamás la había visto pero sentía como si ella hubiera sido parte de eso.
De pronto, se detuvo, su mente había hecho clic, recordando el lugar perfecto donde ocultarse hasta que la tormenta pasara. Lo olvidó por completo pues ya no estaba en sus cinco sentidos.

- Claro... Mi cuarto.

Dio media vuelta, regresando sus pasos mientras le rogaba a los dioses que no se topara con nadie porque si no no respondía de si. Quisiera o no debía pasar por el cuarto de Naegi pues todos los dormitorios estaban en el mismo pasillo, solo pedía que todo el grupo estudiantil siguiera concentrado en el cadáver de la idol.

Amami llevaba ya un rato corriendo por todo el primer piso intentando dar con ___. Seguía siendo controlado por su impulso de saber cómo estaba y poder ayudarla.
Estaba a punto de rendirse cuando de pronto vio un pedazo de tela negra doblar en la esquina. Era la falda de la artista.
No perdió tiempo y tomó carrera hacia ese lado. Cuando pasó al otro pasillo por fin la encontró.

- ¡___! -la llamó con la esperanza de que ella se detuviera- ¡Espera! -pero ella no acato la orden, es más, empezó a ir más rápido.

Parecía como si el destino conspirara con ella, como si quisiera ver a alguien mas muerto ese mismo días.
La adolescente sintió alivio cuando regreso y no había encontrado a nadie. Su ataque por fin estaba cediendo, pero volvió con más fuerza cuando escucho la voz del joven de cabello verde.
De entre todos ellos ¿Por qué el que más quería?.
Amami la seguía llamando y, al ser más veloz, estaba a punto de alcanzarla. Ella no quería eso, no, por que sabía que en cuanto sintiera su tacto se voltearía y le arrancaría la cabeza de los hombros.

Por fin logró ver el pasillo de las recamaras, paso por la de Naegi y se alegró por que todos seguían interesados en la escena del crimen.
Solo faltaban un par de metros, tres habitaciones y por fin todos quedarían a salvo de ella.
Tomo el picaporte de su puerta y la abrió. Entró rápidamente a su habitación e intentó cerrar con seguro para por fin entregarse al deseo que quemaba su interior, pero solo eso fue, un intento.
Soltó un pequeño gruñido de desesperación cuando la puerta no cedió. Un pie se había interpuesto entre esta y el marco.

Rantaro había corrido los últimos metros cuando la bailarina había desaparecido de su vista. Gracias a Dios por haberla alcanzado. Pero parecía que eso no era lo que ella quería pues él intentaba abrir por completo la puerta para entrar aunque no podía porque ___ la empujaba con una fuerza sorprendente, una sobrehumana.

- ¡Déjame! -grito, haciendo más palanca para poder cerrar la entrada- ¡Vete, Amami!.

- No hasta que me digas que pasa, ___ -dijo decidido.

Ella ya no encontraba qué hacer, sentía como su garganta comenzaba a arder por la impotencia de que nada le saliera bien. Solo pedía estar sola y ni eso tenía.
Un sollozo se escapó de sus labios y por fin dejo en paz la madera que la separaba de él.
Un estruendo se escuchó cuando la puerta chocó con la pared pues, al ya no estar la escultora, la fuerza que estaba dando el chico fue tan grande que no la pudo detener para evitar estrellarla. Incluso dio unos pasos en falso.
Busco con la mirada a ___ pero no la encontró, aunque supo dónde estaba cuando escuchó otro golpe.
La estudiante, al ver como Rantaro no la dejaba, recurrió a su otra opción. En lo que él entraba ella se encerraba en el baño.
Así lo hizo, colocando el seguro.

Esperanza y fe (Rantaro Amami y tú) DANGANRONPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora